Cuando siendo niño empezaba el mes de diciembre te enfrentabas a un folio en blanco donde querías plasmar los regalos que ibas a pedir a los Reyes Magos. En mi caso, supongo que por diversas razones que no vienen al caso, durante varios años pedí un tren eléctrico que jamás me llegó. Estoy convencido que sus Majestades no llegaron siquiera a valorar la conveniencia de que ese anhelado regalo llegara a mi cuarto. Pues algo parecido le debe pasar al Ministerio cuando anualmente dentro de su Plan Anual de Lucha contra el Fraude se pone como objetivo la lucha contra el fraude fiscal internacional.

Anualmente el Ministro de Hacienda organiza con mucho boato una rueda de prensa donde se informa de los logros de la Agencia Tributaria en su lucha contra el fraude fiscal que, como no, siempre superan a los de años anteriores. Según los datos publicados por la Agencia Tributaria correspondientes al ejercicio 2015 se descubrieron 15.600 millones de euros en la lucha contra el fraude emprendida por este organismo. Para que nos hagamos una idea esto supone el 1,5 por 100 del PIB y un 27 por 100 más que en año anterior.

Con lo cual con este anuncio hemos cumplido con la una regla no escrita dentro de la Administración y es que las cosas siempre se gestionan mejor que los años anteriores. Pero estos datos, como todos, admiten una segunda lectura más crítica con la Administración.

Evidentemente no todo lo que se engloba dentro del concepto de fraude es lo mismo. Dicho de otra forma, a efectos de los números de Ministerio se conceptúa como fraude tanto el error en la declaración del IRPF en, por ejemplo, una deducción por vivienda como una trama internacional de sociedades en paraísos fiscales con el principal objetivo de no tributar en España.

Si analizamos los datos que nos ofrece el Ministerio vemos que dentro de la cifra facilitada hay 2.700 millones de euros correspondientes a deducciones o perdidas no admitidas a la hora de la revisión de los impuestos cumplimentados. Según el propio Ministerio se trata de pocos «expedientes singulares» que, por sus características, difícilmente se vayan a repetir.

Si seguimos analizando dichos datos nos encontramos con que la deuda descubierta a los contribuyentes con menores ingresos, esto es, pymes, autónomos y profesionales, asciende al 56 por 100 del total, esto es, 8.800 millones aproximadamente.

Pues bien, con estos datos en la mano, se puede observar que la Agencia Tributaria ha conseguido, tanto por los grandísimos profesionales que trabajan en ella como por los medios que se han puesto a su alcance, desarrollar un sistema de control tributario que, para operaciones que se desarrollan en España, funciona francamente bien.

Pero no podemos olvidarnos que cada vez más la economía funciona de una forma mucho más globalizada. La velocidad con que hoy podemos operar en todo el mundo, podemos enviar el dinero a través de las redes, podemos cerrar transacciones está creciendo de forma exponencial. Por lo tanto, cada vez más, el fraude se va a centrar en las operaciones transfronterizas, esto es, en las que todo o parte de ellas se van a realizar fuera de nuestras fronteras. Y es aquí donde los gobiernos tienen la asignatura pendiente. No vale aprobar medidas que afecten solo a nuestro país puesto que las operaciones trascienden al mismo.

De los datos que antes hemos visto queda patente que más del 75 por 100 del fraude descubierto corresponde a pequeños empresarios y a unas pocas operaciones muy concretas donde existía discrepancia en la aplicación de la norma. Pero las grandes bolsas de fraude internacional, a pesar de los esfuerzos de los profesionales que componen la Agencia, siguen sin salir a la luz puesto que no existe una regulación mundial ágil, una dotación de recursos por parte de los países y, puestos a pensar mal, una voluntad política que permita que esto sea así.

Por lo tanto, como en mi caso con el tren eléctrico que nunca tuve, o se produce un cambio mundial a nivel legislativo, de medios y de voluntad o difícilmente se va a poder luchar contra el fraude internacional en el presente y en el futuro, no vale con escribir en su carta de los Reyes Magos que es el Plan Anual contra el Fraude.