El ex secretario general de la patronal de Castelló, Rafael Montero, ha cedido ante la presión empresarial y de la causa judicial y ha presentado la baja voluntaria de la organización. Fue destituido de su cargo el 8 de agosto, pero hasta ahora se había aferrado a su empleo en la CEC a pesar de quedarse sin funciones. En principio pretendía negociar un despido con una indemnización en condiciones, pero al final ha sido consciente de que una pugna con la patronal no tenía ningún recorrido al encontrarse sin apoyos. Ha perdido incluso el respaldo del expresidente de la entidad, José Roca, con quien compartió sus casi tres décadas de mando en la CEC. Montero, según informaron desde la patronal castellonense, presentó su renuncia voluntaria el miércoles y ha aceptado recibir las cuatro mensualidades pendientes de cobro (cerca de 15.000 euros, 4.300 brutos al mes). El importe se queda muy lejos de los 100.000 euros que se habría llevado con un despido procedente.

Montero ha alegado ante la nueva gestora de la patronal que ha tomado esta decisión para «no perjudicar» la CEC, pero en la organización entienden que lo hace ante la situación de soledad en la que se encontraba. Afirman además, que la indemnización no la tenía asegurada por la causa judicial, ya que una posible condena le habría dejado sin la misma.

La dirección provisional de la CEC, integrada por cinco personas, asumió el 28 de julio la dirección en lugar de Roca, que había sido forzado a dimitir por la grave situación económica de la organización. El 8 de agosto destituyó a Montero de la secretaría general tras ser procesado en la causa judicial que investiga un presunto fraude de 1,8 millones de euros en ayudas del Consell a cursos de formación de la CEC de 2099 y 2010. El titular del juzgado de Nules sostiene en su auto de que hay indicios de que Montero y otro exdirectivo de la patronal castellonense se «concertaron» con cuatro empresarios para «beneficiarse económicamente» de los planes de formación de la Generalitat.

Exvicepresidente de Cierval

El ex secretario general, que llegó a ocupar la vicepresidencia de la Cierval, se aferró a su empleo en la CEC. La gestora inició unas negociaciones para cerrar su despido con el objetivo de evitar el pago de una indemnización. Esta premisa era complicada de materializar porque la causa judicial no se podía alegar por falta de sentencia, mientras el estado real de las cuentas se desconoce todavía por la opacidad de la etapa anterior.

Pero Montero estaba solo en su huida hacia adelante. Al final ha optado por irse para no alargar su agonía en la confederación.

Desde la patronal lamentan el «oscurantismo» en las cuentas dirigidas por Montero. Entre sus críticos se encuentra el propio expresidente de la CEC, José Roca, que avaló su trabajo en los casi 30 años que compartió al frente de la asociación patronal. El círculo más cercano a Roca sostiene que Montero rompió lazos con su valedor cuando dimitió de la presidencia. Ahora, añaden las mismas fuentes, Roca también ha dejado al pie de los caballos a su excompañero y cuestiona su gestión en la patronal.