En el complejo mundo de las patronales de la Comunitat Valenciana los acontecimientos se desarrollan a tal velocidad que lo que hace unos días era una certeza hoy se ha convertido en una incógnita de difícil solución. El comité ejecutivo de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) ratificó el pasado jueves su apoyo al modelo de refundación de la autonómica Cierval esbozado por sus dirigentes a principios del verano, pero lo trascendental es que encargó a sus asesores fiscales un informe económico-jurídico para aclarar las consecuencias para la CEV de esa operación que implicaría para ella la absorción por parte de la Cierval para constituir una nueva autonómica donde los sectores y las empresas tengan el protagonismo.

Cierval precisa con urgencia cambiar de arriba a abajo porque dos de sus tres fundadoras, las patronales de Castelló (CEC) y de Alicante (Coepa), se dirigen hacia su liquidación si no surge un milagro. Solo la valenciana CEV, saneada, contribuye a su sostenimiento. El proyecto que se pergeñó, con gran reticencias al norte y al sur y que debe estar cerrado antes del 31 de octubre, implicaba el haraquiri formal de la CEV a cambio de hacerse con el control de la autonómica y mantener en paralelo delegaciones reducidas en Alicante y Castelló para conformar a los empresarios de ambas provincias, reacios a perder protagonismo. La idea es que la CEV aportaría el capital necesario para sanear Cierval, cuya financiación futura se garantizaría con las aportaciones de las empresas y las federaciones sectoriales, que se afiliarían de forma directa en lugar de estar solo presentes a través de sus provinciales, como sucede ahora.

Hace agua

El diseño, sin embargo, empieza a hacer aguas, fundamentalmente porque, desde que se acordó, han crecido los asuntos, sobre todo relacionados con la formación y procedentes todos ellos de Castelló y Alicante, de los que financieramente se está teniendo que hacer cargo Cierval por ser la organización cúpula y la que firmaba los convenios con las administraciones públicas. Los fondos mal gestionados por CEC y Coepa deberían devolverlos estas, pero, dado que se encuentran en una situación económica límite, eso es —y será— imposible. La factura, por tanto, corre a cargo de Cierval, que tampoco tiene recursos a no ser que se fusione con la CEV. Además, Coepa, en concurso de acreedores, pretende que la autonómica le haga una quita del 95 % en las cuantiosos deudas que tiene contraída con ella por el impago de cuotas.

Así las cosas, la pregunta que se extiende entre los dirigentes de la CEV es obvia: ¿Tendrá la provincial de Valencia músculo suficiente para rescatar Cierval? Si la respuesta es no, ¿tiene sentido seguir adelante con un proyecto que, en lugar de salvar a la organización presidida por José Vicente González, supondría que también la CEV estuviera abocada al concurso de acreedores y su eventual liquidación o, para evitarlo, tuviera que pedir una derrama a sus socios para salvar un conglomerado con muy escaso crédito?

La clave estará en el citado informe, que no solo va a analizar la viabilidad de una Cierval que absorba a la CEV —o absorbida por esta, en realidad— sino las eventuales consecuencias jurídicas que la citada operación —tanto si se consumara como si finalmente se abortara— pudieran tener para la propia organización y, singularmente, para sus dirigentes, los más relevantes de los cuales, incluido su presidente, Salvador Navarro, forman parte de los órganos de gobierno de Cierval y, por tanto, son responsables de lo hecho y de lo que se pueda hacer.

El dilema es de calado. El modelo que se está negociando —aunque el verano casi ha pasado ya sin que se conozcan avances—colma las aspiraciones de Valencia de constituir una autonómica de nuevo cuño sin los males que tienen a la actual al borde del abismo, pero antes hay que calibrar los peligros, cada vez más evidentes.

Empresas

Con una CEV progresivamente más dependiente, en términos financieros, de las empresas directamente asociadas, un paso en falso de sus principales dirigentes podría comprometer la supervivencia de la patronal provincial, además de convertirse en el punto y final a sus carreras, sobre todo en el caso de Navarro, llamado a suceder a González al frente de la nueva autonómica tras la refundación o cuando este finalice su mandato en 2019. Los patronos de Valencia no están dispuestos a ello, en especial a la primera de las dos posibles consecuencias, y si el informe constata que la CEV se situaría en el borde de un precipicio en caso de seguir adelante lo más probable es que den marcha atrás. Entonces se abrirá otro abismo.