A Toni Mayor el turismo se le coló en casa. Se estrenaban los sesenta cuando su padre, vinculado al negocio de la construcción, levantó un chalé para la familia „mujer y siete hijos„. ¿Por qué no construyes otra planta y metes 15 ó 20 habitaciones?, le sugirieron desde un tour operador británico. Sobre aquella primera experiencia, la pensión Foietes, se cimentó una historia que hoy se traduce en un negocio familiar, el grupo Port Hotels, liderado por un hombre que ya es sinónimo del modelo Benidorm.

Detrás de Toni Mayor (Benidorm, 1953), presidente de los empresarios hoteleros de la Costa Blanca (Hosbec) desde 2008, existe un personaje difícilmente catalogable. Si en las patronales gobierna la discreción, él dispara desde la azotea de este ecosistema turístico: «A veces derrapo, pero esas entrevistas que no dicen nada no valen la pena. Como decía Fuster: No sóc prudent, no he caigut tan baix».

Fuster.

No es habitual que la gente diga lo que piensa. Menos aún lo es encontrar un empresario abiertamente nacionalista en un territorio que ha sido durante 25 años más azul que el mar; y desde la ciudad que alumbró la era de los grandes fastos y los los grandes proyectos. Toni Mayor fue en 1979 el primer concejal del Partit Nacionalista del País Valencià (PNPV), aquel producto de la transición diseñado por Francesc de Paula Burguera, procedente del liberalismo de Muñoz Peirats, y cuyo rastro aparece en el ADN de las posteriores experiencias nacionalistas. Mayor no se ha escondido: ni a la hora de pasar por la colecta para montar los repetidores de TV3, ni para implicarse en la reciente ILP para defender el regreso de la tele pública valenciana. En realidad, se posiciona cada vez que se pone a tiro de un periodista: «El PP se emborrachó de grandeza. Aquellas cenas de Fitur eran un circo, y Camps, el domador. En cualquier evento se gastaban más que en la promoción del sol y playa durante 30 años», arremete en su epitafio de la era popular.

Utor, el empresario alicantino de futuro

Mayor también rompe con el cliché del empresario de la provincia. «No me gustan las provincias. Tenemos que empezar a creernos en serio el tema autonómico, en comunicaciones, infraestructuras», defiende. Aunque tampoco esconde la decepción con la Valencia oficial: «Con España ha habido demasiado connivencia. El Levante feliz; el per ofrenar... Con la democracia no ha ido a menos. PP y PSOE han estado ´alicortados´ por Madrid. Aunque a Ximo Puig lo veo más aguerrido», concede.

De hecho, el empresario hotelero es visto hoy desde los despachos de la Generalitat con simpatía, tal vez una apuesta para la renovación de la patronal alicantino, derrumbada con la crisis de la patronal provincial Coepa. ¿Se ve como ese referente alicantino de una futura Cierval sin provinciales que se está barruntando en Valencia? «Yo creo que eso es cosa de Utor», señala en dirección a la Marina Alta, territorio del presidente de Baleària. «Que haga un buen papel y yo, a ayudarle», zanja.

Pese a esa aparente locuacidad, Mayor ha conseguido generar consensos, conciliando los intereses del sector y reivindicando infraestructuras y una política clara. Es un estratega turístico, con un discurso estructurado. Carga contra el «reino de taifas de las diputaciones que acude disgregado a las ferias», y tiene muy clara la necesidad de segmentar el mensaje dependiendo del mercado que se busque.

También es un empresario de éxito. La compañía familiar que comparte con sus hermanos, Port Hotels, cuenta con siete establecimientos. Uno en Calp, otro en Dénia, y cinco en su ciudad: el más antiguo, Fiesta Park, donde se asentó aquella Pensión Foietes; el más reciente, Port Benidorm, en plena playa de Levante. Suman 3.500 camas, casi el 10% de las 40.000 que tiene Benidorm. Un buen bocado.

La base de estas activos se encontraban en Ona Sol, la cadena hotelera que durante dos décadas compartieron Mayor y su socio hasta hace pocos años, Pere Devesa. Ona Sol llegó a ser la tercera cadena hotelera de la Comunitat Valenciana.

Devoto del alcalde Pere Zaragoza

Mayor, en realidad, forma parte ya del ecosistema propio de Benidorm. Está casi desde el principio. El presidente de Hosbec desde 2008, y miembro fundador de esta patronal allá en los 70, es hijo del modelo forjado por el alcalde Pere Zaragoza, al que tiene en un altar: «Nadie lo ha superado. Tenía ideas, le dolía la ciudad. A las siete de la mañana ya iba con la Vespa por las calles, un animal urbano».

También tiene clara la importancia del capital extranjero en la construcción de este ejemplo de urbanismo intensivo, un caso de éxito de la iniciativa privada dentro de una tierra, el eje Dénia-Benidorm, que define con sorna y desazón como un «triángulo de las Bermudas donde la inversión estatal pasa y desaparece». «Hay que ser honestos. El gran banco del boom turístico fueron los tour operadores ingleses y alemanes. Aquí no había crédito. Fueron los que nos dieron dinero a catalanes, mallorquines y a nosotros para hacer hoteles en Benidorm a finales de los 60».

Y en época de revisionismo, Mayor defiende el modelo: «La bienal de Venecia nos puso de ejemplo», reivindica ante los «falsos modernos». «Cuando se habla de urbanismo en Benidorm siempre digo que no tenemos que perder la genética. La historia nos ha hecho justicia. La ciudad compacta, predomina; la dispersa es un derroche de energías e infraestructuras. Los terras míticas desvirtúan el modelo».