La nueva directora general de Internacionalización, María Dolores Parra, y el director del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), Manuel Illueca, van a tener que ponerse las pilas para activar la Oficina de Inversión Extranjera que planea el Consell con el fin de reactivar el rastreo y captación de capitales foráneos para la Comunitat Valenciana.
Sea por la fiscalidad, la manida inestabilidad política o las dudas en el comercio internacional, lo cierto es que la autonomía se está convirtiendo en un páramo de inversión, mientras otros territorios como Madrid o Cataluña mantienen el tipo pese a todas las circunstancias.
En el segundo trimestre de este año, entre abril y junio, solo hubo inversiones productivas de empresas extranjeras por valor de 6,8 millones. Esta cifra deja a la Comunitat Valenciana a la altura de Aragón, Castilla la Mancha o las Islas Canarias. A un abismo no solo respecto a Madrid (1.278 millones) y Cataluña (589), sino también de Navarra (802), País Vasco (103) o Andalucía (121,7).
Si se compara esta magnitud con la propia evolución de la inversión en la Comunitat Valenciana a lo largo del tiempo, hacía una década que no llegaba tan poco capital en un trimestre, concretamente desde el segundo trimestre de 2007.
No se trata de una particularidad sino de un valle en un indicador económico que no repunta en Valencia, salvo la inversión efectuada por Ford años atrás. En lo que va de año 2016, la entrada de capitales se ha reducido un 42% respecto al primer semestre del año anterior (de 92 a 53 milles). En cuanto a los países, la inversión que está llegando este año procede de Luxemburgo, y muy por detrás Alemania, Bélgica o Dinamarca.
El gobierno autonómico, cámaras de comercio y patronales se encuentran en plena campaña para atraer inversiones a polos logísticos como Parc Sagunt, que acaba de reiniciar las obras tras años de parón para poder comenzar a comercilizar millones de metros cuadrados de suelo industrial.
También se desploma en España
Cabe destacar, en todo caso, que el desplome en la inversión de la C. Valenciana no es un fenómeno aislado. España está perdiendo peso en el delicado universo de la confianza inversora. En pleno interregno político, la llegada de capitales este año se ha desplomado un 29%.
De enero a junio llegaron más de 6.715 millones; un año atrás, antes de las primeras elecciones, casi 9.500. Ni siquiera la capital, principal foco inversor, ha aguantado el tipo, con un descenso del 39% en lo que va de año.
