Corría el año 2013 y la Agencia Tributaria necesitaba un espacio para sus oficinas de recaudación. En aquella ocasión optó por un edificio de la Generalitat y sacó pecho de la gestión que le ahorraría numerosos gastos. El inmueble albergaba la antigua sede de la Conselleria de Infraestructuras y fue arrendado a la administración autonómica por la entidad dependiente del Ministerio de Hacienda por un millón de euros al año. El contrato de alquiler con la Agencia Tributaria fue para cinco años, prorrogables otros cinco, lo que permitiría a la Generalitat ingresar diez millones de euros. El traslado fue un hito puesto que centralizaba muchas dependencias del fisco en un solo lugar. s.p. valencia