La reestructuración financiera no ha terminado todavía. Como consecuencia de los excesos cometidos durante los años de bonanza, los bancos españoles „y, singularmente, el sistema valenciano„ sufrieron una cura de caballo en la etapa central de la crisis. Fruto de la concentración o de la desaparición de muchas entidades, como la CAM, Bancaja o Banco de Valencia, o de la necesidad de reajustarse a la nueva realidad del mercado, las entidades han cerrado en los últimos años unas 15.000 oficinas y han despedido a casi 80.000 trabajadores.

Sin embargo, el entorno de tipos de interés próximos al terreno negativo y la consiguiente necesidad de elevar la rentabilidad, junto a los cambios tecnológicos que ya están transformando al sector, van a obligar a los bancos a realizar un nuevo ajuste. Y donde va a tener mayor incidencia será en la Comunitat Valenciana y en Cataluña.

Así lo refleja un informe de la consultora Cognodata Consulting elaborado para uno de sus clientes a partir de datos del Banco de España y en el se han tenido en cuenta factores como el número de habitantes y empresas por oficina en diferentes geografías, la dispersión geográfica y las tendencias y previsiones de cierres de las diferentes entidades financieras. La conclusión es que las dos citadas autonomías sufrirán hasta finales de 2017 una reducción en el número de oficinas bancarias de entre el 10 % y el 16 %, unos porcentajes muy elevados, especialmente en el caso valenciano, dada la intensidad de los recortes ejecutados por el sector.

La consultora sitúa la media nacional de cierre de sucursales en una horquilla de entre el 7 % y el 11 %. Asturias, Cantabria, Extremadura y Castilla-La Mancha serán las autonomías que sufran menores recortes, dado que en su caso la reducción de oficinas se situará entre el 2,5 % y el 5% en los próximos doce meses.