Bien sea por méritos propios, en algunos casos, o bien por la intervención directa de sus cuentas por parte del Ministerio de Hacienda, en otros, lo cierto es que los Ayuntamientos han sido las administraciones públicas que más rápidamente han logrado controlar su déficit y, de hecho, el año pasado finalizaron con un superávit del 0,44% del PIB. Un milagro que hay que atribuir a los fuertes recortes aplicados pero también al significativo aumento de la presión fiscal que han soportado los ciudadanos por parte de sus Gobiernos locales durante estos años.

En el caso de la Comunitat Valenciana, sólo desde el inicio de la crisis el volumen de impuestos municipales que paga cada residente en la zona ha aumentado más de un 12%, pero si se tiene en cuenta la evolución de la última década el incremento se dispara por encima del 27%. De esta forma, mientras que en 2004 los ayuntamientos de la zona ingresaban una media de 454 euros por habitante en tasas y tributos de carácter local, en el año 2014 la cifra ya alcanzaba los 578 euros -124 euros más-, según la información contenida en el informe Haciendas locales en cifras que acaba de publicar el departamento que dirige Cristóbal Montoro.

El gran responsable de este aumento de la recaudación municipal es, sin duda, el Impuesto de Bienes Inmuebles, que se ha convertido en la auténtica tabla de salvación de la mayoría de los ayuntamientos de todo el país y supone ya el 55,4% de los ingresos fiscales de los consistorios valencianos, cuando hace una década sólo representaba el 37%. De hecho, los ingresos totales por esta vía se han más que duplicado en este tiempo al pasar de 781 a 1.605 millones, en el conjunto de la autonomía.

Esta evolución se justifica, por un lado, por el crecimiento del parque de viviendas que se produjo durante los años del «boom» inmobiliario, pero también por la revisión de los valores catastrales que realizaron algunos municipios y por el aumento del 10% en el tipo impositivo de este tributo que decretó el Ministerio de Hacienda en el año 2011 para atajar el déficit público.

Otros tributos

Más allá del IBI, también ha sido significativo el aumento de recaudación por el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica -el popular impuesto de circulación- que en 2014 aportó 250 millones a los ayuntamientos de la autonomía, un 19% más que una década atrás. Por su parte, el Impuesto sobre Incremento del Valor de los Terrenos se ha disparado un 61% en este periodo, y ya supone otros 187 millones más para las arcas municipales. El IAE suma 137 millones (un 20% más) y las tasas y otros tributos ascendieron en 2014 a 676 millones (un 9,3% más).

El único tributo local cuya recaudación ha bajado en estos diez años ha sido el que grava la realización de obras que, lógicamente, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria se desplomó y en la actualidad sólo aporta 36 millones a los consistorios valencianos frente a los 222 que llegó a suponer en 2004. En total, en el último año con datos, el conjunto de ayuntamientos de la Comunitat Valenciana logró ingresar 2.894 millones de euros con sus tributos locales, a lo que hay que sumar las transferencias que recibieron del Estado y la Generalitat.

Los baleares, los que más pagan

A pesar del aumento de los últimos años, lo cierto es que los valencianos no salen del todo mal parados en cuanto a tributación municipal se refiere, si se compara con lo que ocurre en el resto de autonomías. Los 578 euros por habitante que se pagan en la Comunitat Valenciana están ligeramente por debajo de la media nacional, de 579 euros, y muy alejados de las autonomías donde los ayuntamientos cobran más impuestos. Así, los baleares pagan hasta 836 euros anuales a sus consistorios -258 euros más que en la Comunidad- y los madrileños tienen que desembolsar 796. En Cataluña la media está en 717 euros, mientras que en Cantabria y La Rioja se abonan 601. En el lado opuesto, los gallegos son los que menos impuestos municipales pagan, con sólo 427 euros por persona y año.