La salida de Reino Unido de la Unión Europea «puede suponer un impacto significativo para la industria agroalimentaria española, sobre todo en el medio y largo plazo». Así de contundente se muestra el último informe de KPMG sobre tendencias de este sector 2016 publicado hace unos días.

Entre las consecuencias directas que pueden producirse entre los proveedores de productos alimentarios, la consultora cita: merma de ingresos, de volumen de exportaciones y de margen de beneficios para mantener cuota de mercado.

Lo cierto es que este sector se juega mucho en el mercado británico. También la C. Valenciana. En el último año Reino Unido ha superado a Francia como segundo cliente de los productos valencianos. El volumen es considerable: al cierre de 2015 se habían enviado productos alimentarios por valor de 392,4 millones, un 13% más que el año anterior.

Obviamente, son los cítricos los que acaparan buena parte de esos registros (243 millones), pero destacan también las legumbres y hortalizas (63,5 millones), preparaciones alimenticias diversas (19); conservas de verdura o fruta (15,3) o cereales (11,9 millones).

Entre los efectos de reacción inmediata, la depreciación de la libra «causará un aumento de los costes de aprovisionamiento para los minoristas». En ese contexto, la caída de confianza sobre el consumo provoca una reducción del volumen de ventas, también por la pérdida de poder adquisitivo y la posible subida del paro.

En cualquier caso, ese impacto sobre el comercio minorista está aún por ver, ya que muchos operadores tienen coberturas de moneda extranjera para paliar las fluctuaciones de la libra esterlina hasta el próximo año. Y «a medida que venzan las coberturas tendrán que elegir entre subir los precios o reducir márgenes en los activos que venden».

Los británicos cultivarán más

De un modo u otro, los exportadores españoles se enfrentarán a la tesitura de tener que reducir sus márgenes para poder seguir manteniendo cierto volumen, debido a que los aranceles debilitarán las importaciones, advierte el informe.

Y también habrá efectos colaterales de las nuevas barreras que perjudicarán a la exportación. Solo el 15% de la fruta fresca y el 55% de las verduras vendidas en Reino Unido se cultivan localmente; la mayoría procede de la UE. En el escenario que dibuja la consultora para el sector, «se prevé un impulso a los productos fabricados localmente».

Y como efecto colateral, podría darse un aumento de la presión sobre el mercado interno europeo. Y es que al margen de que productores de otros continentes pueden ganar cuota citrícola frente a los productos españoles, «otros países exportadores pueden dirigir esfuerzos hacia el mercado español por las dificultades en el británico».

En el campo fiscal y legal, la adaptación a una nueva regulación podría implicar la obtención de licencias o el cumplimiento de nuevos estándares así como cambios en las cargas fiscales.