El mercado de oficinas de Valencia es uno de los que primero está notando la recuperación del sector inmobiliario y vive meses de agitación. Más que fondos de inversión, como en Madrid y Barcelona, en Valencia son familias ligadas a la construcción y los grandes patrimonios quienes han protagonizado este 2016 algunas operaciones de relieve en el sector servicios, sobre todo en la plaza del Ayuntamiento. Los hermanos Pablo y Ana Serratosa, Gómez Trénor o Francisco Martínez, uno de los socios de Martínez Loriente, han realizado grandes operaciones inmobiliarias.

Fuera de ese centro neurálgico, pero a escaso metros, la familia Quesada también ha adquirido este año un edificio de oficinas, en la calle Cervantes número 2, frente a la delegación de Hacienda y junto a la plaza San Agustín.

Se trata de un edificio con planta baja y ocho alturas, ocupado por empresas en su totalidad, unos 1.200 metros cuadrados en total. La operación, desligada de la empresa de obra pública Pavasal, se ha realizado a través de Multiactividades Reunidas SL, que también es propietaria de Edifesa, insignia dedicada a la construcción de residenciales y la rehabilitación. No ha trascendido el importe de la operación, que se cerró con la inmobiliaria Realzia como intermediaria.

Según apuntan desde la empresa, la voluntad es patrimonialista, de mantener las oficinas arrendadas, y no vender en poco tiempo. Esta ha sido una operación más discreta y de menos impacto que las producidas con algunos edificios singulares de la plaza del Ayuntamiento. El grupo Zriser, firma inversora de los hermanos Pablo y Ana Serratosa, ha vendido a Juan Luis Gómez Trénor el edificio Generali; a su vez, ha comprado el edificio de Caja Duero a solo unos metros.

En cualquier caso, la adquisición de los Quesada sí confirma el movimiento que comienza a tener el sector. La ciudad está viviendo un incremento del alquiler de oficinas y despachos, principalmente en el triángulo que conforman la plaza del Ayuntamiento, la calle de la Paz y la calle Colón.

Es la zona prioritaria por la que se interesan las empresas. También han repuntado los precios hasta un promedio de unos diez euros el alquiler del metro cuadrado de oficina, un coste que oscila dependiendo de la zona.

En todo caso, parece que la demanda de oficinas está muy lejos de desbordar la oferta en la capital. Algunos edificios, como uno de la calle Cronista Carreres, están reconvirtiéndose para su uso residencial. También una finca de oficinas en estado de abandono en la calle María Cristina acaba de ser comprado para su rehabilitación y conversión en hotel. En global, la ciudad ha perdido suelo de oficina.