El acuerdo al que llegaron la semana pasada los principales dirigentes de la patronal autonómica Cierval para la reforma de sus estatutos incluye la opción de que cualquiera de las tres provinciales controle directamente una quinta parte de la asamblea.

Tras la reunión del día 9, la organización informó de que, en la nueva estructura de Cierval, las tres provinciales se repartirán el 30 % de los vocales de la asamblea, lo que implica que cada una de ellas tendrá un 10 % por el que no deberán abonar cuotas. Los ingresos se prevé que los garanticen las federaciones sectoriales y las empresas directamente asociadas, que se repartirán el 70 % restante a razón de cuarenta puntos para las primeras y treinta para las segundas.

Esta fórmula tiene como principal objetivo reforzar la estructura de la autonómica y permitir que ya no dependa más de sus tres provinciales, que la han situado al borde del concurso de acreedores por las deudas contraídas por las patronales de Castelló (CEC) y Alicante (Coepa). De ahí que estas solo vayan a controlar el 30 % de la asamblea (ahora se reparten el 100 %) y tampoco vayan a poner dinero, en principio.

Porque, según ha sabido este diario de fuentes empresariales solventes, el acuerdo contempla que las provinciales podrán incrementar su peso „nunca superior al 20 % del total„ a través de la parte correspondiente a las sectoriales. La cuestión es que hay dudas de si las federaciones en su conjunto tendrán músculo financiero suficiente „las cuotas van en función de los vocales„ para copar el 40 % de la asamblea que les corresponde. De ahí que se haya abierto esta puerta a las provinciales para que completen este parte.

No parece probable que CEC y Coepa, dadas sus dificultades financieras, puedan hacer esa inversión „de entrada y en los próximos años, a no ser que promuevan las derramas entre sus socios que no han realizado para superar sus problemas„, pero es casi seguro, aunque la decisión no está tomada, que la provincial de Valencia, la CEV de Salvador Navarro, sí seguirá esa vía. Está saneada, es la más comprometida con el nuevo proyecto de Cierval y, hasta que se comprobó la magnitud del agujero en Castelló, estaba dispuesta a absorber a la autonómica y hacerse cargo de sus deudas. Ahora todo depende de que el Consell aplace lo que la Cierval, por culpa de la CEC y su gestión de la formación, le adeuda para evitar que la autonómica tenga que presentar el preconcurso de acreedores en enero. Y, claro, que su asamblea del 20 de diciembre apruebe la citada reforma estatutaria.