Como estaba previsto, no hubo sorpresas y la junta extraordinaria de accionistas de la matriz Sodigei aprobó ayer la venta de su filial Lladró a PHI Industrial, un grupo especializado en la reestructuración y saneamiento de empresas en dificultades. Así está la histórica firma ceramista valenciana, zarandeada por la crisis, el agotamiento comercial de sus productos estrella y las desavenencias familiares. La reunión de socios, integrada por las respectivas ramas de los tres hermanos fundadores, disponía sobre la mesa de dos opciones, pero solo una de ellas tenía visos de triunfar, como así sucedió, porque venía avalada por Juan Lladró y sus descendientes, que poseen el 70 % de la compañía. Enfrente estaba una propuesta presentada por el mediano de los hermanos, José, y su familia, que pretendía una venta parcial. Es decir, la entrada de un socio que permitiera a la familia seguir teniendo voz y voto en los designios de la compañía.

Nunca trascendió la identidad de ese posible inversor. De igual forma, los asistentes a la junta de ayer se conjuraron para no desvelar el intríngulis de la reunión. A saber, si la oferta de PHI contó con apoyos suplementarios a los de la familia de Juan Lladró. Otras fuentes apuntan que no, que José se opuso y Vicente se abstuvo. Ninguna de las partes quiso tampoco confesar cuál es el importe de la operación y el coste que para PHI tendrá hacerse con el 100 % de Lladró. Los cien millones que se han barajado en las últimas semanas fueron calificados como meramente especulativos por fuentes próximas a este grupo industrial.

Portavoces de los nuevos propietarios se limitaron a afirmar que la voluntad de los dueños de PHI Industrial es mantener en Tavernes Blanques la Ciudad de la Porcelana, así como los puestos de trabajo y los diseños. Los cambios, que podrían ser detallados con mayor amplitud la semana que viene, irán en la dirección de «relanzar la empresa en el mundo con nuevos diseños y modelos con el objetivo de captar a un nuevo consumidor y no centrarse tanto en el mercado asiático».

Al término de la junta, la empresa hizo público un comunicado en el que aseguraba que la aprobación de la venta se habría producido tras constatar la «firme voluntad, expresada por el propio grupo inversor, de asegurar la continuidad de la marca». PHI Industrial es un inversor «altamente especializado que valora a los artesanos y gestores de la compañía como el activo que son». Otro motivo para elegir a este grupo es que tiene como objetivo «transformar el negocio y restablecer la rentabilidad de la empresa, para de esta forma garantizar su viabilidad, siempre con un enfoque en la creación de valor a largo plazo».

El fin de un emblema

La decisión pone punto y final a una trayectoria sin parangón en la economía valenciana. La marca seguirá, pero ya no bajo la dirección de sus creadores. Los hermanos Lladró levantaron un imperio de la cerámica decorativa, que devino en su día en un emblema del lujo, a partir de un horno moruno en su localidad natal de Tavernes donde en los años cincuenta del siglo pasado empezaron a hacer figuras de porcelana. La innovación y el diseño y un evidente atrevimiento comercial en su internacionalización llevaron a la compañía a ser popular entre los más exquisitos del planeta y a contar con tiendas en la Quinta Avenida de Nueva York o en Rodeo Drive (Los Ángeles), a cuya inauguración acudieron estrellas de Hollywood como Charlton Heston o Lauren Bacall. Desde aquel esplendor, la firma fue palideciendo con el cambio de siglo de forma paulatina, acumulando pérdidas, caída de las ventas y reducción de plantilla, hasta convertirse en una sombra de los años de vino y rosas.