Si prueban a buscar en Google su nombre, les abordará una página web dedicada a su carrera: de un solo vistazo al palmarés es posible otear una gran estrella del deporte mundial. Sacha Kruithof vive en Orba (Alicante) desde hace 18 años, y tiene un currículum que advierte de una carrera de esas que acaban en leyenda. Todo dentro del mundo de la pilota, donde se inició en la modalidad de llargues pero ha despuntado en el one wall, como se conoce al frontón internacional. Su último título es el campeonato mundial sub-19, conquistado el pasado mes de septiembre en Las Vegas.

«Conocí esta modalidad gracias a la Federació de Pilota Valenciana y viendo vídeos de los americanos jugando a one wall por Youtube», declaraba Kruithof en su candidatura. El flechazo debió ser propio de un adolescente, pues ahí va lo que ha conseguido desde que se decantó por golpear la pelota contra la pared: campeón autonómico en las categorías cadete y juvenil; campeón europeo sub-15 en 2013, título conseguido en Ciney, Bélgica; campeón del mundo sub-17 en 2015 en Calgary, Canadá; y campeón de la misma categoría en el europeo de Monferrato, Italia.

En el último año, además del campeonato del mundo sub-19, suma tres abiertos en categoría absoluta, en Bélgica, Italia y Francia. El reguero de victorias le sirvió para ser considerado el mejor jugador europeo de la pasada temporada.

Kruithof, que compagina el one wall con los estudios de International Bussiness entre ceja y ceja el torneo más prestigioso de Nueva York en la modalidad, el Red Bull Slaps, «y el próximo campeonato del mundo», asegura él mismo en su candidatura.

Pero además de los títulos, el pilotari tiene un sueño que enseña un horizonte insospechado para ese deporte: «Me he propuesto, y con vuestra ayuda voy a conseguirlo, llevar el one wall a lo más alto, a unos Juegos Olímpicos».

El muchacho que quería ser pilotari y un día se quedó enganchado de los vídeos de Youtube en una modalidad que traspasa fronteras, se marca el objetivo más ambicioso de un deportista: no ya ser el mejor del mundo, sino encarnar en su figura los valores de un deporte entero.