La declaración de los inspectoras del Banco de España ante la Audiencia Nacional viene a concluir que la situación real del Banco de Valencia era peor que la que reflejaron sus cuentas en los años 2009 y 2010. Por su parte, según el profesor de la Universitat de València Salvador Climent y el perito Gonzalo Izquierdo Busteros, quien ha elaborado un informe para presentar una demanda contra CaixaBank por su venta por un euro, el valor real de la entidad era muy superior al estimado por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) cuando lo vendió en el año 2012.
Durante su reciente declaración, los interventores recordaron que el Banco de España indicó en diciembre de 2010 a los responsables de la entidad financiera, cuyo consejero delegado era Domingo Parra, que había detectado un déficit de provisiones de 200 millones de euros «que no cubrieron como era su deber». Los miembros del supervisor bancario aseguraron que la entidad tuvo en los primeros meses de 2011, hasta la junta de marzo de ese año, tiempo suficiente para modificar las cuentas del banco y apuntar los deterioros que se iban sucediendo, pero que no lo hizo.
Estas declaraciones apuntan a un gran deterioro de los activos del Banco de Valencia que habrían justificado la inyección de 4.500 millones de euros del FROB para su posterior venta por un euro a CaixaBank.
Los informes de Climent e Izquierdo Busteros abundarían en una visión totalmente opuesta a esta. No tanto por la fidelidad de las cuentas, como por la situación financiera real del Banco Valencia. Ambos calculan que en 2012, cuando fue vendida, la entidad valía en realidad entre 4.595 millones y casi 6.000 millones y no un solo euro como fue tasada. Ambas visiones son tan contrapuestas que abren la vía a todo tipo de especulaciones.
