Ignacio Fernández Toxo dejará en junio CCOO después de haber liderado el sindicato durante los años más duros de la crisis que han pasado factura a la organización en términos de afiliación y también de imagen. Comunicó ayer su decisión en la reunión mantenida por el Consejo Confederal para debatir los objetivos del XI Congreso Confederal que se celebrará entre el 29 de junio y el 1 de julio y que ha aprobado la candidatura de Unai Sordo, secretario general de CCOO en el País Vasco, como sucesor, propuestao por Fernández Toxo.

Cuando Toxo se puso al frente de CCOO en 2008 el sindicato sumaba 1,2 millones de afiliados y era la central sindical con mayor representación, mientras que a cierre de 2015 la afiliación había bajado a 909.052 personas, una cifra que le ha relegado a la segunda posición por detrás de UGT.

No obstante, sigue a la cabeza en representación directa con 94.303 delegados electos en 2015, frente a los 85.771 de UGT. La pérdida de afiliación ha sido consecuencia fundamentalmente de la caída del empleo y el aumento del paro, que ha escalado desde los dos millones de desempleados previos a la crisis a los casi 6,3 millones que se alcanzaron a principios de 2013.

En paralelo se ha producido un proceso de descrédito sindical que también ha sido consecuencia en mayor o menor medida del desencanto de la sociedad, de los casos de corrupción que han salpicado a las dos grandes organizaciones sindicales y de la campaña de desprestigio lanzada desde algunos medios de comunicación, según han denunciado los propios sindicatos.

El próximo congreso tendrá que servir para culminar el proceso de regeneración que CCOO inició en la anterior cita de 2013, así como para encontrar la estrategia adecuada que atraiga de nuevo a los jóvenes en una época en la que el activismo se ha desvinculado en buena medida del mundo sindical.

Mucho ha llovido desde que en diciembre de 2008 Toxo desbancó a José María Fidalgo de la Secretaría General por una mínima diferencia de votos, lo que dejó un sindicato dividido que el nuevo líder empezó a recomponer con una Ejecutiva en la que todos se sintieron representados, al incluir a 22 miembros de su lista y 21 de la de Fidalgo.

Cuando cuatro años después Toxo optó, sin otros candidatos alternativos, a la reelección en febrero de 2013, la foto del sindicato y la del país eran completamente distintas. Para entonces había 3 millones más de parados y la tasa de desempleo estaba a punto de llegar a su máximo del 26,9 % tras los años más duros de la crisis en los que en España, al borde del rescate, se reformó el marco laboral y el de las pensiones y los salarios fueron devaluados como mecanismo para aumentar la productividad de la economía.

Tanto CCOO como UGT habían intentado movilizar a la población -se convocaron dos huelgas generales en 2010 y 2012-, pero su papel y su imagen habían sufrido en esos años con la pérdida de afiliados y de relevancia pública. Junto a las reformas y los datos duros de empleo, la corrupción también ha salpicado a CCOO con escándalos como el supuesto uso irregular de los fondos para la formación o el uso de las tarjetas opacas de Caja Madrid.