El XI Congreso de Comisiones Obreras del País Valencià (CCOO-PV) ha generado una fractura en el sindicato de tal nivel que sólo un liderazgo de altos vuelos y la integración real podrá reconducir la situación si no quieren volver a vivir luchas cainitas y purgas de otros tiempos. En la trifulca entre los dos sectores que se han enfrentado han primado personalismos, modelos de gestión o incluso motivos generacionales, pero también existe un trasfondo político que ha acabado por dinamitar la frágil paz de la principal central sindical del territorio.

En no pocos ámbitos de la sociedad civil y política ven la salida de Paco Molina y la posterior victoria de su delfín Arturo León como el asalto fracasado a la dirección del sindicato de Podemos y los críticos de EUPV -conocidos por sus detractores como los «garzonitos», en referencia al líder de la IU ahora absorbida por Unidos Podemos, Alberto Garzón-. Este sector, todavía con mucha influencia en la central sindical, ha sido, junto a la federación de Industria de Pedro Javier Galarza, los que animaron y apoyaron a Jaume Mayor a ir a por todas para ganar el liderazgo de CC OO-PV.

En la actual dirección de EUPV ven la candidatura de Mayor como una apuesta de los críticos («garzonitos») por ganar en el congreso del sindicato lo que perdieron en la asamblea de la formación política tras la debacle electoral de 2015.

Según un exalto cargo de EUPV, la operación llevaba fraguándose hace más de una año. «Ahora van a por ti, Paco», explica este antiguo líder político que avisó al ya exsecretario general de CCOO-PV Paco Molina de una pugna similar a la planteada contra Marga Sanz.

Por su parte, Podemos ha visto la victoria en CC OO-PV como una opción seria de controlar una central sindical. Cabe recordar que el partido de Pablo Iglesias no dispone de ningún sindicato afín tras su fracaso inicial de montar uno propio.

Pero pese a reconocer «algún paralelismo» entre la asamblea que hizo saltar por los aires a EUPV con la salida de Ignacio Blanco -íntimo de Mayor-, Rosa Pérez y Marina Albiol, desde la lista derrotada ven el conflicto como dos maneras de entender el sindicato. Aparato frente a activistas y comités de empresa. Los críticos piden una apertura de CC OO-PV y una «vuelta a las calles» de la central.

Esta crisis ha terminado con la sorpresiva salida del secretario general de los últimos ocho años -no se lo comunicó a nadie hasta un día antes del Congreso- y una fractura aritmética que deja las fuerzas en la dirección del sindicato 55 a 45 %, en favor de Arturo León, quien defiende el continuismo del plan de Molina, que ha capeado la brutal crisis económica y de credibilidad recuperando afiliados y sin vender patrimonio, apuntan sus defensores.

Una vez planteada la primera batalla y con las cartas encima de la mesa, el regreso de la paz a CC OO-PV depende la capacidad de León de integrar a la otra lista. En definitiva, en el reparto de influencias y poder. El equipo de Jaume Mayor y Cándida Barroso no se conformará con menos de la Secretaría de Organización -en las primeras negociaciones fue el motivo de ruptura-. Harán falta muchas cesiones por ambas partes y mano izquierda.