Dos exvocales de Feria Valencia, el empresario Pablo Serratosa y la exdirectora del IVEX Carmen de Miguel, han defendido este jueves que en su momento se decidiera la reforma y ampliación de las instalaciones, con una inversión inicial de más de 300 millones de euros, porque "las cosas iban bien" y la feria "funcionaba", por lo que "no sorprendía" el volumen de inversión. "A toro pasado todo es muy bonito, nadie se equivocaría si conociera el futuro", ha remarcado Serratosa.

En su comparecencia en la Comisión especial de investigación sobre los aspectos de la gestión de las instituciones feriales de la Comunitat Valenciana, el empresario --que formó parte de 2002 a 2015 del Comité Ejecutivo de la Feria a propuesta de la Cámara de Comercio de Valencia-- ha explicado el funcionamiento de este órgano y ha negado que fuera allí "a pegar la cabotá" porque antes de las reuniones recibía la documentación de los puntos a tratar y la estudiaba para ver si todo estaba razonado.

Preguntado sobre las decisiones que se tomaron en su día y que conllevaron sobrecostes en las obras del 86%, hasta un montante de casi 600 millones, que unido a los intereses provocó una deuda de más de 1.000 millones de euros, ha indicado que "en esos momentos la feria ganaba dinero, hasta 2009, las cosas iban bien y necesitaba una remodelación" porque también tenía que competir con Madrid y Barcelona.

"Hicimos las cosas que se tenían que ir haciendo", ha asegurado, para remarcar que habría sido "un genio" si hubiera podido anticipar la crisis que llegaría después: "A toro pasado es muy bonito. En esos momentos, como estaba la situación, el banco dando la financiación y con el aval de la Generalitat, pensamos que era correcto".

Para Serratosa, estaba justificado invertir en una feria que "estaba mal" en cuanto a instalaciones y superficie y en el Comité Ejecutivo se les explicó, de manera "razonada", que eso aumentaría los ingresos y, además, "había expectativas de que íbamos a tener ingresos suficientes para ir pagándolo". "No podía decir que no a una cosa como esta, no tenía ningún argumento en contra", ha dicho, aunque "apareció la crisis y las condiciones no acompañaron al negocio", ha lamentado.

En relación a los sobrecostes, ha señalado que en los presupuestos iniciales no se tuvieron en cuenta cuestiones como que un aumento de espacio requeriría mayor energía, con lo que se hacía necesaria una subestación o los accesos al recinto.

También ha negado que dispusiera de una tarjeta para los gastos que quisiera y ha explicado que recibían entre 100 y 150 euros en concepto de dietas por asistencia a las reuniones, en sus primeros años, pero luego desaparecieron.

"Se velaba por los intereses generales"

Por su parte, Carmen de Miguel ha negado también que tuviera una tarjeta a su disposición y que realizara ningún gasto personal con cargo a la cuenta de Feria Valencia, mientras que cuestionada sobre si recibió regalos, ha negado este extremo más allá de no recordar si en navidad recibió alguna cesta.

De Miguel, que formó parte del Comité Ejecutivo entre 2000 y 2002 --ha asegurado que recibió 2.200 euros en dietas en ese periodo--, ha explicado que cuando llegó ya se había decidido la ampliación, que en aquel momento era necesaria porque "funcionaba, tenía mucha actividad" y así lo pedían los sectores empresariales.

En su comparecencia ha asegurado en todo momento que las cosas se hacían "seriamente", no se tenía la sensación de que se estaba poniendo en riesgo la viabilidad de la institución porque "todos los empresarios tenían claro que había que apostar por tener la mejor feria de España" pero "nadie sabíamos lo que iba a pasar después con la crisis".

Asimismo, ha remarcado que "se velaba por los intereses generales" y ante las dudas expresadas por los grupos --a raíz del informe de la Intervención sobre el procedimiento de contratación--, ha indicado que se pidió un dictamen a un especialista en derecho administrativo, "todo el mundo pensaba que era de naturaleza privada" y en la contratación hubo publicidad y concurrencia.