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La cuenta atrás del Popular: de 4.000 millones a un euro

Hacia noviembre de 2016, estando aún Ángel Ron en la presidencia del Popular, los dos grandes de la banca española (Santander y BBVA) sondearon la compra de la entidad madrileña. Se dice que las ofertas se movieron entre los 4.000 y los 6.000 millones de euros, con la acción del Popular cotizando entonces entre 0,9 y 1 euro. El euro que le ha costado ahora al Santander hacerse con el negocio (y también con los lastres inmobiliarios) del que fue sexto banco español.

De 4.000 millones a un solo euro se llegó siguiendo un itinerario diabólico cuyo primer hito puede situarse el día en que el Popular dice no a esas ofertas. Son tiempos de máxima tensión y hostilidades internas en el consejo que fechas después, el 1 de diciembre, conducen a la destitución de Ron. La acción está en 0,94 euros, un tercio de lo que valía un año antes. Hace seis meses de una ampliación de capital (6.000 millones) con la que el Popular no logró enderezar el rumbo. La abrupta salida de Ron y el fichaje de Emilio Saracho, consumado experto en banca de inversión y sin experiencia alguna en banca comercial, añaden más desgaste en la confianza de clientes y accionistas.

Cuando Saracho acude a la junta de accionistas del 10 de abril, el Popular venía de cotizar a 0,81 euros. Allí lanza un mensaje que añade confusión y desconfianza. Reconoce que el futuro pasa por otra ampliación de capital (inviable, en realidad) o por una operación de consolidación (venta o fusión). Y pronuncia once palabras que a oídos de los inversores suenan a epitafio: «Sé que necesitaremos capital pero no sé ni cuánto ni cómo». Ese mismo día las acciones caen el 9 % y en cuatro jornadas se despeñan el 27 %. El banco entra en Semana Santa a 0,61 céntimos. La pasión y muerte está a la vuelta de la esquina.

Apelar al mercado con una ampliación de capital es una quimera. Saracho pide ofertas y a mediados de mayo recibe manifestaciones de interés de Santander, BBVA y Bankia. La acción llega a rebotar por encima de los 0,8 euros.

Pero el 31 de mayo cae una bomba: se atribuye a Elke König, presidenta de la Junta Única de Resolución (organismo encargado del procedimiento europeo de actuación ante crisis bancarias) haber dicho que Europa «está siguiendo la situación (del Banco Popular) con particular atención con vistas a una posible intervención». La acción cae el 18 %. Santander, BBVA y Bankia se han replegado. El riesgo de esa «posible intervención» les desincentivaba a negociar y al mismo tiempo estimulaba la expectativa de comprar en último caso el Popular a precio de ganga.

Seco de liquidez y con los clientes y los accionistas en pánico, el Popular fue desconectado del auxilio del BCE e intervenido de urgencia hasta certificar su muerte. Sus restos se vendieron por un euro.

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