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La odisea para cambiar monedas

Las entidades financieras ponen trabas para el canje del dinero en metálico por billetes

La odisea para cambiar monedas

Pues va a resultar que la hucha no es una idea demasiado brillante. La práctica, más habitual de lo que parece, de guardar monedas -un tipo cualquiera de ellas o las que devuelve el camarero o el comerciante tras una compra o consumo- para cambiarlas cuando su número empieza a ser demasiado abundante o se avecina algún acontecimiento propicio para gastarlas puede tener onerosas consecuencias, tanto pecuniarias como de tiempo. Y es que las entidades financieras son reacias a ocupar a sus empleados en una actividad -la de contar y canjear monedas por billetes- poco provechosa y que puede desviarles en exceso de otros menesteres más rentables.

Quien siga esta práctica de ahorro -también los que se dedican al comercio- debe saber que algunos bancos cobran indirectamente por prestar este servicio, otros solo atienden a sus clientes y alguno aplica tarifas a los usuarios con actividad comercial. El volumen también es una condición importante. Este diario consultó con varias entidades financieras -las que copan la red de oficinas en la Comunitat Valenciana- cuál es su política en el cambio de monedas. Y estas fueron sus respuestas, de gran utilidad para quien, por poner un ejemplo, haya acumulado en el último año 500 monedas de dos euros. Le puede ahorrar el penoso via crucis de ir de entidad en entidad en busca de una firma que se apiade y le canjee su dinero metálico. Sobre todo con estos calores.

El principal error que se puede cometer es dirigirse a una delegación del Banco de España. En contra de lo que pudiera pensarse, la institución emisora hasta la llegada del euro no cambia monedas. Mejor dicho, no cambia monedas en euros, porque sí sigue haciéndolo con las pesetas, según confirmaron fuentes oficiales del supervisor.

Bankia y Sabadell

Bankia, heredera de Bancaja, y el Sabadell, que absorbió a la CAM, tienen una política idéntica, que consiste en prestar el servicio de forma gratuita a sus clientes y recomendar a los que no lo son que vayan a su entidad. CaixaBank, que durante la crisis financiera se quedó con el Banco de Valencia, sigue una estrategia parecida pero con ciertas diferencias. En la entidad aseguran que a los no clientes no se les canjean las monedas. Respecto a los que sí son usuarios suyos, la entidad catalana hace una distinción: no cobra a los particulares pero sí a los que tienen actividad comercial y que, por tanto, manejan un volumen mucho más elevado y reclaman el servicio con mayor asiduidad. Los dueños de comercios suelen representar el caso emblemático. Aunque la tarifa final depende «de cada cliente», la básica está en 6 euros por cada 500 unidades o fracción.

Tanto CaixaBank como las otras dos entidades consultadas -Cajamar y BBVA- requieren los servicios de empresas que cuentan el dinero. En el caso de la segunda, el cliente paga directamente a esa firma. Cajamar absorbió durante la crisis a cooperativas valencianas como Ruralcaja y en su grupo están integradas dos decenas de rurales de la autonomía. Fuentes de la entidad explicaron que, «si es un caso puntual, a los clientes vinculados no se les cobra nada. La oficina facilita blisters (envases unitarios pequeños que consisten en un soporte de cartón o cartulina sobre la que va pegada una lámina de plástico transparente con cavidades en las que se alojan las monedas), el cliente se las lleva y vuelve a la oficina con las monedas depositadas en el blister y se le atiende».

«Cuestión aparte -añade- son los casos de cambios de moneda periódicos y de grandes cantidades. Para estos supuestos, lo habitual es que la oficina ponga en contacto al cliente directamente con una empresa de seguridad que opera en la ciudad, que es la que se ocupa de recogerle la moneda, contarla y abonarla. En ese caso, el servicio lo paga el cliente directamente a la empresa de seguridad. Dependiendo de la periodicidad e importe el precio es menor o mayor. La oficina aquí no interviene, ni gestiona nada».

Curso legal

En el BBVA, la política es de cobro total a partir de 50 unidades. Se sea o no cliente. La entidad entiende que está obligada a comprobar que no circulan monedas falsas ni que se pasan como de curso legal otras que pertenecen a otros países pero que se confunden con la de la eurozona, como el dirham marroquí o la lira turca. Así que cobra una tarifa, que es la que percibe la empresa que realiza el cuenteo, que, entre 50 y 499 monedas, asciende a 10 euros. A partir de 500 unidades, son otros diez por cada 500.

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