Se acerca septiembre y llegan los nuevos propósitos. El cambio de profesión es un objetivo recurrente entre algunas personas, pero visto como inalcanzable muchas veces. Según un informe de Adecco (2016), el 36,1 % de los españoles elegiría otra carrera laboral si pudiera volver atrás. ¿Cuáles son, pues, los síntomas que indican la necesidad de un cambio de profesión? ¿Y cuáles son los pasos a seguir? ¿Y si no se cumplen las expectativas? Estas y otras cuestiones las explica Elena Trilla, executive coach y profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Univeristat Oberta de Catalunya (UOC).

«Casi todos los indicadores que apuntan la necesidad de un cambio profesional están relacionados con la falta de motivación, tanto interna como externa», explica Trilla. Entre los síntomas internos está la dificultad para levantarse cada mañana, la sensación de estancamiento en el desarrollo profesional o un estado de ánimo más negativo e irritable, incluso con los amigos. Además, se sufre el síndrome de Estocolmo, debido al cual la persona, aunque se encuentra mal en el trabajo, es incapaz de abandonar a los compañeros o buscar otro trabajo porque piensa que «traiciona a la empresa». El desequilibrio entre lo que el trabajo aporta y quita a la larga también puede afectar emocionalmente al trabajador.

Otros factores, sin embargo, que ya dependen de la empresa son una remuneración escasa o malas condiciones de trabajo. La planificación empresarial inadecuada también puede afectar, porque cuando no existe una estrategia definida el trabajador no sabe qué tiene que hacer o cómo lo puede hacer.. «Incluso el conflicto de valores entre la empresa y el empleado, como por ejemplo la calidad, el respeto y el buen ambiente, puede ser motivo de una reorientación profesional», señala la experta.

Consejos para la reorientación

«Es importante que las personas analicen qué es lo importante para ellas de un trabajo», remarca la asesora. Hacerse preguntas tales como «¿qué busco en un trabajo?», «¿qué es lo que me motiva?» o «¿cómo me veo dentro de cinco años?», ayuda a encontrar respuestas que permiten dar el paso para el cambio.

Identificar los puntos fuertes y débiles del trabajo también es un elemento clavel. «Cada uno debe analizar sus capacidades y habilidades, sus conocimientos técnicos y su experiencia, así como su forma de ser», apunta Trilla. «Realizar un DAFO, acompañado de un profesional, ayuda al trabajador a ver todo su potencial y a romper con las creencias que puedan limitarlo para abrir nuevas opciones», añade. Al mismo tiempo, también es necesario que investigue el mercado laboral para ver las oportunidades y las amenazas que puede encontrarse. «Hay que pensar en lo mejor, pero prepararse para lo peor.»

Cuando la persona siente realmente que desea cambiar, debe evitar hacerlo de forma impulsiva. «Es importante diseñar bien la estrategia y tener en cuenta la realidad para hacer un cambio que sea ecológico para todas las áreas de su vida», advierte la profesora de la UOC. Además, es un camino que requiere cierto tiempo, sobre todo porque, muy probablemente, será necesario formarse en alguna área para actualizar los conocimientos.

Por otra parte, hay que despedirse bien del trabajo. «Irse de malas maneras es un error que la gente comete a menudo. Cuando se desea realizar un cambio profesional, a veces se cierra la persiana y no se quiere saber nada más de la empresa, incluso del sector, y esto puede cerrar las puertas en el futuro», apunta la experta. «Tenemos que pensar que los compañeros son una parte importante de nuestra red de contactos», añade.

El miedo y una mente rígida, enemigas del cambio

«No hay que dejarse llevar por el miedo al cambio si hemos analizado bien todos los aspectos», advierte Trilla. De hecho, la experta comenta que no se debe desistir nunca de un cambio profesional, y en todo caso, lo que hay que valorar es un cambio de perspectiva. «Esto está muy conectado con las creencias que tenemos de nosotros mismos, que nos impiden ver otras opciones, tales como intentar acceder a un empleo en un sector en el que no tenemos experiencia, pero en cambio, puede que tengamos las competencias adecuadas para desempeñar las funciones que requiere el puesto.»