La Conselleria de Agricultura ha confirmado a La Unió de Llauradors la existencia de algunas parcelas en la Comunitat Valenciana plantadas con la variedad de mandarina híbrida de origen israelí, denominada Sigal, que no han pasado ni la fase de cuarentena legalmente establecida ni se ha comprobado que estén saneadas.

La organización que lidera Ramón Mampel denunció estos hechos hace unos meses a la administración autonómica para que a través de su Servicio de Sanidad Vegetal actuara e inspeccionara las parcelas y en su caso aplicara la legislación vigente que dispone ya que «no se puede cultivar en nuestro territorio ninguna variedad de cítricos que no haya pasado el periodo de cuarentena correspondiente o se haya certificado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) que está completamente saneada».

Transmisor de plagas

La Conselleria de Agricultura, como medida fitosanitaria y dando la razón a La Unió, firmó en junio una resolución por la cual obligaba a los propietarios a destruir el material vegetal de la variedad Sigal por no estar saneado y ser posible transmisor de plagas.

La Unió pretende con estas denuncias evitar que se produzca una situación de abuso en el futuro cobro a los agricultores de royalties elevados mediante un proceso similar al que se ha llevado a cabo con la variedad Orri, cuando en un principio se expandió el material vegetal antes de su protección para después, una vez conseguida la misma, reclamar mediante procesos de regulación unos royalties que rondan los 75 euros por planta y 0,03 euros por kilogramos comercializado. La mandarina Sigal es un híbrido entre la Orah y la Shani, cuyo fruto es de tamaño mediano, sin cuello, color naranja oscuro, partenocárpico, no autoincompatible y de maduración tardía.