"Es un honor que me comparen con Amancio Ortega. Es tan tozudo como yo. Le respeto muchísimo", dijo el pasado martes el fundador de Fast Retailing, el grupo textil japonés al que pertenece Uniqlo en la presentación de su primera tienda fí- sica en España, abierta el miércoles en el Paseo de Gracia, prácticamente enfrente de un macro Zara. Tadashi Yanai aprovechaba así la popularidad y el tirón que el fundador de Inditex tiene en España para hacerse publicidad en una hábil maniobra que lleva al consumidor medio español a identificar a Uniqlo con Zara y a intentar verificar esa posible analogía. Yanai reedita así además su desafío, porque prácticamente desde que inició su expansión internacional más allá de Asia, en 2001, ha dejado claro que quiere convertir su grupo en el primero de la industria textil. De momento rivaliza con la estadounidense GAP en el tercer puesto tras Inditex y H&M. Su meta es reinar en 2020.

El fundador de Uniqlo y Amancio Ortega tienen en realidad poco en común además del enorme abismo cultural que separa a un nipón de un leonés de cuna y gallego de hecho, aunque ambos mamaron el negocio textil desde jóvenes y entendieron pronto que emular a otros podía ser muy rentable. Cuando nació el empresario japonés, hace ahora 68 años, Ortega estaba recién instalado con su familia en A Coruña. Tenía 13 y poco le faltaba para empezar a ejercer de chico de los recados en la camisería Gala de Federico Tapia, hoy cerrada y sustituida por otra textil. Su primera empresa del sector, que fabricaba vestidos de mujer y batas de casa, GOA, nació en 1963, cuando Yanai tenía sólo 14 años. Los dos se criaron en un ambiente de posguerra; la civil española y la Segunda Guerra Mundial en un Japón ocupado por EEUU, pero son de generaciones y trayectorias bien distintas.

Amancio Ortega se inició en el negocio textil como autodidacta, sin más escuela que el oficio y con

la enorme colaboración de sus hermanos Josefa y Antonio y de su entonces mujer, Rosalía Mera. Tadashi Yanai fue a la universidad y estudió Economía y Ciencia Política, y comenzó como vendedor de utensilios de cocina y ropa de hombre en Jusco, el mayor hipermercado de Japón. Un año después se enroló en la sastrería de su padre, que acabó por renombrar como Fast Retailing en 1991 —cuando Inditex ya era un grupo con al menos tres marcas y estaba presente en Portugal, Estados Unidos y Francia—.

Luego la convirtió en la mayor cadena de Japón, de Asia, y más recientemente, entre la tercera y cuarta del mundo. El empresario japonés es también el más rico de su pa- ís, pero no sólo concede entrevistas y participa activamente en la promoción de su marca cuando aterriza en un nuevo destino, como Espa- ña, sino que ha escrito dos libros sobre sus fracasos.

Cadenas líderes

Uniqlo es el Zara de Fast Retailing, su marca estrella, con 1.800 de las 3.300 tiendas del grupo y la que aporta la mayor parte de la facturación. Le acompañan en el conglomerado nipón Princesse tam tam, GU, Theory Helmut Lang, J Brand o Comptoir des Cotonniers. Pero ¿es Uniqlo como Zara? Su fundador deja claro que ni lo pretende. "Zara vende moda, nosotros básicos con elementos de moda. Eso hace que no sea nuestro principal competidor", explicó meses antes de desembarcar en Barcelona. Y la diferencia salta a la vista, tan sólo con

visitar su web. Uniqlo fabrica prendas técnicas y deportivas, ropa para el día a día en infinidad de colores, de calidad para el precio que tiene porque está hecha para durar pero no busca ser tendencia, a pesar de haberlo conseguido en algún caso.

Quizás una de las pruebas más elocuentes de ello y de su diferencia es su producto estrella, un plumífero ultraligero y fino pero muy cálido que ha arrasado allá donde la marca ha llegado en los últimos años.

Su diseño es funcional, "básico" como su creador reconoce, pero se vende a 69,90 euros, casi veinte más que el modelo más similar que tiene Zara, también ultraligero y que la prensa económica nacional identificó esta semana como una respuesta comercial de la marca gallega a la prenda de Uniqlo, aunque su aspecto sea muy diferente.

Zara se ha destacado en los últimos años por sacar al mercado prendas llamadas "virales"; productos que, bien porque son elegidos por famosas, bien porque gustan, se convierten en los más codiciados hasta agotarse. No siempre fue así. Atrás quedaron los tiempos en que era una cadena a la que recurría esa clase media sin recursos para vestir como las mujeres de las revistas sin revelar la verdadera marca.

A Uniqlo le pasa parecido: "En el pasado la gente pensaba que si era descubierta llevando prendas de Uniqlo, sería embarazoso, pero ahora ya hay menos gente que piensa así", explicaba el directivo de la compañía Mikihiko Yamato en un análisis de Bloomberg.

La política con la que empezaron el tándem Ortega-Mera de poner a disposición de las mujeres de clase media prendas de corte similar a la alta costura a precio asequible sigue intacta. Sólo que ahora es global y ha basado su modelo de negocio en una logística capaz de abastecer a las 7.405 tiendas que tiene en 48 horas y en realizar dos envíos de nueva mercancía a cada una de ellas dos veces por semana. A la logística se

une la capacidad de reacción a la tendencia en tiempo récord; de diseñar una prenda y confeccionarla y venderla en sólo unos días.

El fundador de Fast Retailing reconoce que se inspiró en la marca gallega para su proceso de internacionalización y, como demostró esta semana, está dispuesto a seguir usándola como reclamo. Es cierto que su modelo de negocio, su capacidad de aprovisionamiento y distribución tienen poco que ver con las del gigante coruñés, pero los números la alientan en su objetivo.

Las cifras

El grupo de Tadashi Yanai incrementó sus beneficios un 24% entre septiembre de 2016 y el pasado mayo, hasta los 1.398 millones. En un ejercicio fiscal difícilmente comparable porque el japonés lo cierra en agosto e Inditex lo hace en enero, la compañía ganó casi lo mismo en tres trimestres que Inditex en la mitad de este año (1.366 millones). El grupo de Amancio Ortega cerró el ejercicio pasado con unas ventas de 23.311 millones (+11,5%), prácticamente lo mismo (25.700 millones) que Fast Retailing se propone facturar en

2020. Lo verdaderamente sorprendente de Uniqlo es la cifra de tiendas con la que ha alcanzado estas marcas, 3.300 en 20 países —algo menos de la mitad de las que tiene Inditex, presente en casi un centenar— y con una expansión todavía en marcha. Fuera de Asia están en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Bélgica, Alemania, España y Rusia.

Es cierto también que son competidores que han hecho el camino a la inversa. Uniqlo empezó por su territorio, el gigantesco mercado asiático, y allí sustentó su fortaleza. Inditex genera allí el 25% de sus ventas pero le queda mucho camino que recorrer y su presidente, Pablo Isla, sigue viendo oportunidades de seguir creciendo al mismo