A estas alturas de legislatura, pasado el ecuador del gobierno del Botànic, es una evidencia política que existe un problema de gobernanza del mestizaje en el departamento de Rafael Climent. El conseller de Compromís tropezó primero con María José Mira, viceconsellera (perdón, secretaria autonómica) designada por el PSPV y el desencuentro acabó con la mudanza de esta a Hacienda en la primera (y única, hasta la fecha) crisis del Consell.

Entonces, hace poco más de un año, aterrizaron en la conselleria Blanca Marín (en el lugar de Mira) y Diego Macià por las filas socialistas. Al margen de los rifirrafes internos (incluso con alguno de los suyos), las desavenencias de Climent con el exalcalde de Elx (vaciado de funciones, alega este) han acabado con el veterano político pidiendo la retirada.

Está por ver qué decisión toma ahora el jefe del Consell y líder del PSPV. Lo primero será aclarar los conceptos del mestizaje con Climent. Después, en el terreno de los nombres, Marín podría asumir las (menguadas) competencias de Macià, si el president decide no quemar más naves en el frente Climent.

No es el único retoque de los escalones inferiores del Consell que Puig ha de afrontar más pronto que tarde. Está, por un lado, la situación de Julián López Milla, a quien ya tiene decidido rescatar del Congreso de los Diputados para pasar a ser director general de Análisis y Evaluación en Presidencia, el puesto (en versión corregida y aumentada) que ahora ocupa Gustavo Zaragoza.

Por otra parte, está a la espera de salida el director general de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Vicent Aguiló, también cupo PSPV, adscrito en este caso a Hacienda, tras alcanzar la edad de jubilación.

Compromís asegura que no sabe nada de momento de una hipotética remodelación del segundo escalón, así que Puig y Mónica Oltra deberán decidir si, pasado el trago del proyecto de presupuestos de 2018, realizan una nueva crisis pactada o el PSPV cubre por su cuenta sus vacantes.