En estos últimos años existe un movimiento social que está cogiendo fuerza entre el público más solidario y que promulga un modo de vida diferente, más consciente con el entorno. Esta corriente no sólo tiene que ver con el reciclaje o el respeto al hábitat, sino que está ligado con el tomar consciencia del consumo que e realiza. Intentar saber cuánto contamina la elección de un alimento en relación a su cultivo e incluso a su transporte, elegir el tipo de embalaje menos agresivo o el material que menos impacto medioambiental supone, son cuestiones que hace unos años nadie se las planteaba pero que ahora casi todo el mundo tiene en cuenta.

Hoy en día vemos con mayor frecuencia restaurantes modernos que ofrecen productos regionales, comercios justos y autóctonos, tiendas de estética tradicional e incluso organismos oficiales que apuestan por las slow cities donde las claves son identidad y responsabilidad.

Dentro de esta corriente, y enmarcado en la arquitectura, se engloba Passivhaus, una plataforma que aboga por optimizar los recursos existentes a través de técnicas pasivas de la arquitectura como son la forma y la orientación de proyecto y como no, su materialidad. Indudablemente la cerámica es imprescindible dentro de este tipo de construcción, no solo como material natural que es, sino también por los sistemas arquitectónicos en los que puede proyectarse.

La cerámica procede íntegramente de la naturaleza ya que se fabrica con arcilla y agua que, al mismo tiempo, se recicla íntegramente en el proceso de fabricación.

De hecho, en la última edición de los Premios de Cerámica Ascer la mención especial recayó en la Casa MM de Ohlab Arquitectura, proyectada según los parámetros Passivhaus.

En esta vivienda que promueve valores medioambientales y de sostenibilidad, la energía se obtiene por paneles solares y la cubierta cerámica se encarga de recoger las aguas pluviales tanto para riego como para consumo. La elección de la cerámica vino dada por la suma de algunas de sus características intrínsecas como son su estética, su fácil mantenimiento y limpieza y por su resistencia.

La cerámica gracias a su versatilidad y propiedades consigue llegar a todo tipo de soluciones tanto continuas como en celosía, que permiten un control natural del soleamiento y ventilación. Igualando la materialidad de un edificio, se reduce la puesta en obra y el consumo energético.

Las administraciones públicas eligen este material en sus proyectos como en centros de educación o incluso en edificaciones turísticas. Es el caso de una pequeña actuación urbana sostenible en la localidad de Alcossebre. Inspirado en la celosía mediterránea, este proyecto cuyo objetivo es dinamizar economía local, ha tenido especial respeto y compromiso con el medio ambiente ya que se utilizado una cerámica que purifica el aire, eliminando el óxido de nitrógeno existente en el ambiente.

Otra característica típica del eco-hábitat, tiene que ver con la rehabilitación. En este movimiento, donde se es consciente de los recursos existentes y se pretende reducir al máximo el impacto ambiental, se aboga por la rehabilitación y reutilización de los objetos. Es habitual ver intervenciones de este tipo con cerámica ya que aparte de su versatilidad en el acabado, durabilidad, su capacidad aislante y su fácil puesta en obra, hacen que sea uno de los materiales más idóneos en este tipo de obras.

La sociedad avanza en tecnología e innovación, y con ello surgen filosofías y pensamientos que intentan mejorar la forma de vivir y habitar de las personas. En este sentido, hay que subrayar que el eco-hábitat apuesta por un equilibrio en el consumo que, en cuestión de edificación y arquitectura, va íntimamente asociado a la cerámica, un material natural y consciente de su entorno