Bankia se mantiene fiel al guión que su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, diseñó en 2012, después de que la Comisión Europea aprobara el plan de reestructuración del banco, nacionalizado y rescatado con ayudas de más de 22.000 millones de euros.

A cambio de ese dinero, Bankia se comprometió a reducir su tamaño, a centrarse en su zona de origen (la de las siete cajas fundadoras) y a volcarse en la actividad bancaria básica: comprar dinero (captar recursos) y vender dinero (dar créditos).

El banco se desprendió, además, de su cartera de participaciones industriales y aceptó varios corsés temporales que restringirían su actividad hasta finales de 2017. Bankia debía reducir al mínimo su crédito promotor (préstamos a inmobiliarias) y su intermediación vinculada a los mercados de capitales (salidas a Bolsa de grandes empresas y fusiones y adquisiciones). Desde la Comisión Europea se entendía que estas dos actividades se alejaban del negocio típico bancario y suponían asumir unos riesgos excesivos para un banco nacionalizado.

Pero las ataduras tenían los días contados y estaba claro que, cuando Bruselas diera por finalizado el plan de reestructuración Bankia volvería al ladrillo y a la intermediación con grandes empresas. Goirigolzarri así lo quería y así ha sido.

Bankia confirmó ayer que operará de nuevo en crédito promotor y en mercado de capitales. «La finalización de las restricciones nos abre nuevas oportunidades de negocio y nos sitúa en pie de igualdad con nuestros competidores», afirmó Goirigolzarri.

Para canalizar esta actividad, el banco ha creado una dirección de crédito promotor, que recaerá en el madrileño Alberto Manrique. Éste, en el grupo desde 1998, fue director de Fusiones y Adquisiciones de Caja Madrid.

Manrique indicó que el negocio promotor está en un momento de repunte del ciclo, "con un crecimiento esperado durante al menos cuatro años en los que estimamos una construcción de hasta 150.000 viviendas nuevas».