Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Perfil

Francisco Pons: El hombre de consenso que se forjó en el cooperativismo

El empresario prudente que lideró AVE deja un imperio de frutos secos cuyas ventas superan los 450 millones. Antes de eso fue un agitador juvenil del trabajo asociado que hasta montó «escoles en valencià»

Francisco Pons: El hombre de consenso que se forjó en el cooperativismo

Ahora que la economía social busca titulares, se persigue la piedra filosofal del nuevo modelo productivo y que los grandes partidos quieren dar alma a su programa económico, resulta conveniente volver a las fuentes. A los que empezaron a cooperar en beneficio de la comunidad hace medio siglo. A Paco Pons, por ejemplo. Francisco Pons Alcoy (Beniparrell, 1942-2018) celebró el pasado año el 77 aniversario de la empresa familiar de frutos secos con la que hizo fortuna: Importaco. El hijo del dueño comenzó cargando sacos y negociando con los agricultores de l´Horta y la Ribera y la Canal el precio de su cosecha de cacahuetes. Hasta su muerte ha liderado una firma que factura más de 450 millones de euros, cuenta con alrededor de 1.200 empleados y produce más de 400 millones de unidades.

Mayo del 68 en l´Horta

Pero no se entiende la trayectoria profesional y el talante del Pons empresario y «político» sin remontarse a los sesenta, a la Juventud Agrícola y Rural Católica (JARC), un movimiento de catolicismo de base donde coincidió con un grupo de jóvenes que buscaban extender lo que la progresía llama «compromiso cívico». Ese emprendedurismo social encontró la vía de escape en el cooperativismo. No en el que se hacía entonces aquí sino en uno más profesionalizado, lo que en Mondragón llamaban «intercooperación». Mondragón. La Ítaca cooperativista en el País Vasco.

Emperazon por los cimientos, es decir, por la casa. Casualidad o no, corría 1968 y la juventud europea buscaba la playa bajo los adoquines. En l´Horta algunos prefirieron apilar ladrillos y formaron la Cooperativa de Vivendes Populars. Doblemente transgresor: social y en valencià. Pons, perito y profesor mercantil, llevaba los números. Su amigo Josep Maria Soriano, futuro director de Caixa Popular, el apartado jurídico. Y Vicent Diego fue quien agitó el proyecto tras una experiencia previa en Beniparrell con el propio Pons. En 1969 levantaron tres grupos de viviendas. En el 70, seis más. Pero sabía a poco.

El cooperativismo de viviendas termininaba con la construcción. Ellos querían algo más. El modelo Mondragón les había seducido. Crean una cooperativa de servicios (Coinser), que se convierte en algo así como una aceleradora de inicitivas de trabajo asociado. Desde allí se impulsa Consum (1975). Y se gesta el banco cooperativista Caixa Popular (1978), del que Pons sería el primer presidente. Para educar a los hijos de las familias, La Nostra Escola Comarcal. Enseñanza en lengua propia en pleno tardofranquismo. Le seguiría otro proyecto educativo: Florida, escuela de FP (77) que hoy es un centro universitario. «Teníamos un compromiso con el entorno, visión de país. Nos sentíamos valencianos. No es casual que Consum se llame Consum», explica uno de sus compañeros de aquellos días.

De cooperativista a empresario

Es en la Cooperativa de Consum donde Pons se mete de lleno. La pone en marcha con Luis Valero y montan la primera tienda en Alaquàs. Territorio amigo. Allí conocía a los cooperativistas de los proyectos de viviendas, los mismos que luego formarían la asociación de vecinos y se involucrarían en Comisiones Obreras. Pons convirtió aquel primer bajo comercial en una importante cadena de supermercados. Bajo su mando, Consum creció durante los 70 y los 80 y se lanzó a un reto mayúsculo: la fusión con Eroski, de nuevo el espejo vasco para cerrar el círculo. No salió bien. Fue vicepresidente del grupo pero la alianza terminó por romperse. No fue una mala idea: a Consum le va mejor por libre.

En esos años impulsando iniciativas cooperativistas Pons nunca dejó de tener un ojo en el imperio familar: Importaco. Era su hermano el que llevaba el negocio heredado del padre, pero al caer éste enfermo, Francisco tuvo que volcarse en el negocio familiar de los frutos secos. Creció y creció, sobre todo en la última década, al calor de la distribución en exclusiva para Mercadona, de la que es interproveedor desde 2004. Importaco (Casa Pons) cumplió sus bodas de brillantes con casi 11 millones de beneficio y en 2016 fueron 16,5 millones. El patrimonio neto de la compañía familiar superaba en aquel tiempo los 114 millones de euros.

Relevo en Importaco

Pons supo dar entrada con naturalidad a la tercera generación en las tareas de dirección. Sus hijos y los de su hermano ocupan los cargos de dirección y los consejos del grupo y las empresas Helados Estiu y Foener desde hace unos años. Ya con motivo del 75 aniversario de la empresa su entorno daba por hecho que Pons dejaría como sucesor natural a su sobrino Juan Antonio Pons Casañ, que ya ejerce de director general de Importaco.

En paralelo a la trayectoria empresarial, el hombre «prudente» ha tenido un perfil público. A su pesar. Alérgico a los focos, Pons fue presidente del lobby empresarial AVE entre 2003-11. Su socio y amigo Federico Félix, Juan Roig y Andrés Ballester, entre otros, le impulsaron al liderazgo de una organización a la que dio aparato directivo tras la etapa inicial del impulso con Félix. Fue un cambio de registro para un nuevo tiempo, más de despachos que de titulares: «Federico tira la bomba y no mira dónde para; Paco las tira con paracaídas», bromean sus amigos. Ya en serio, aseguraban en 2015: «Es un hombre de cabeza amueblada, honesto y muy preparado». No en balde es vicepresidente de la escuela de negocios EDEM y lideró la fundación Etnor de Ética en los Negocios.

Compartir el artículo

stats