El grupo castellonense Obinesa, de la familia Batalla, inyectó en su filial Lubasa Desarrollos Inmobiliarios cuarenta millones de euros en 2016, cuando Obinesa todavía no había dado entrada en su accionariado a Atitlan, según recoge las cuentas del año 2016 que la compañía acaba de depositar en el Registro Mercantil.

Obinasa evitó así la liquidación de Lubasa Desarrollos Inmobiliarios mediante la aportación de capital no dineraria y la conversión de un préstamo de 23,8 millones. De esta manera, logró reestablecer el equilibrio patrimonial y evitar la disolución.

La inmobiliaria logró unos beneficios netos de 62,31 millones frente a las pérdidas de 26,11 millones de euros de 2015. La compañía estaba en esos momentos en manos de la segunda generación de Luis Batalla.

Este verano Obinesa dio entrada a Atitlan, firma de inversión de Roberto Centeno, yerno del presidente de Mercadona, Juan Roig). Con la incorporación de este socio financiero, Obinesa acabó con las incertidumbres financieras pendientes que arrastraba como consecuencia a su exposición a la actividad inmobiliaria antes de la crisis económica iniciada en 2008.

La operación de venta a Atitlan estaba condicionada a una quita de deuda de 360 millones de euros,

que finalmente se produjo en diciembre.

Según explicó la empresa castellonense, la situación de Obinesa después de la entrada de Atitlan le permite diseñar una estrategia de crecimiento, centrándose en aquellas actividades tradicionales «donde existe una capacidad de gestión contrastada y abriendo la puerta a otros sectores» en los que todavía no está presente.

El conglomerado empresarial de Obinesa incluye constructoras como Becsa.