«España es un campeón en desigualdad». Así de rotundo lo advierte el director de Oxfam Intermón, José María Vera, que califica las desigualdades como freno implacable a la lucha contra la pobreza. Además, relaciona el aumento del número de millonarios con que se perpetúe la vulnerabilidad de otros: «Más igualdad quiere decir que los que más tienen tengan menos», ya que el planeta y sus recursos son finitos, más aún con el cambio climático, y no dan para acaparar.

Así, por ejemplo, un empleado con Salario Mínimo Interprofesional necesitaría trabajar 71 años para alcanzar el sueldo anual de los mejor pagados en España, en donde los salarios más bajos disminuyeron entre 2008 y 2016 un 15%, el mismo porcentaje que el incremento registrado por los sueldos más altos en el mismo período. Y mientras la remuneración de los trabajadores no ha recuperado todavía los niveles de 2009, los beneficios empresariales lo hicieron dos años antes y se situaron, en el segundo trimestre de 2017, un 8,3 % por encima de lo registrado en el primer trimestre de 2009. De esta forma, desde el primer trimestre de 2012 la productividad por hora trabajada ha crecido diez veces más que el salario promedio por hora trabajada.

Polarización salarial

En las empresas cotizadas en el Ibex 35, la polarización salarial mantiene su curso, dado que mientras que en 2014 un trabajador medio de una empresa del Ibex tenía que trabajar 84 años para igualar el salario anual del primer ejecutivo de la compañía, en 2016 esta cifra se elevó hasta los 112 años. La cifra se elevaba hasta los 207 años si se compara con el salario mínimo promedio de las compañías del Ibex 35.

Así se desprende del informe ¿Realidad o ficción? La recuperación económica, en manos de una minoría, elaborado por Oxfam Intermón, que refleja que en España la recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los ricos que al resto de la población y el 10% más rico de la población concentra ya más de la mitad de la riqueza total (53,8%), más que el otro 90% restante.

Distribución «injusta»

La evolución del reparto de la riqueza en España confirma su «injusta distribución», puesto que el 1% de la población más rica en España concentra una cuarta parte de la riqueza (25,1 %), casi lo mismo que el 70% de la población (32,1 %). Desde el año 2000, el 50 % más pobre en España ha visto caer su participación en la riqueza nacional en casi un punto porcentual, pasando del 10,9 % al 10,2 %, mientras el 1 % más rico ha aumentado su participación en cerca de cinco puntos porcentuales, pasando de acumular el 20,4% al 25,1%.

Asimismo, el informe señala que, como en el caso de la renta, la recuperación económica no sólo está sirviendo para perpetuar, sino también para incrementar la desigualdad de riqueza. Entre 2016 y 2017, el 1 % más rico capturó el 40 % de toda la riqueza creada, mientras que el 50 % más pobre apenas consiguió repartirse un 7 % de este incremento. Solo en el último año, cuatro nuevos multimillonarios españoles entraron a formar parte de la lista creada por la revista Forbes, que ya incluye 25 multimillonarios españoles en la lista.

Herencias y oligopolios

Vera advierte de que el número de millonarios crece, «salen como los champiñones» y gran parte de esta ultrariqueza se debe a herencias y participación en oligopolios, pero no es cierto que sea fruto de carreras de esfuerzo como se hace creer, y recuerda que el Foro Monetario Internacional ha alertado del impacto negativo que la desigualdad tiene en el crecimiento.

La desigualdad crece en prácticamente todos los países: «España es un campeón en desigualdad», siendo el tercero de la UE con más desigualdad, tras Bulgaria y Rumanía, y en el que más aumentó durante la crisis, por desempleo y las políticas públicas. Pero en los tres últimos años de crecimiento también se ha concentrado la riqueza en una pequeña parte y la recuperación económica ha favorecido cuatro veces más a los más ricos que a los más pobres, que fueron los más afectados por el decrecimiento, explica Vera.

A su juicio, en diez años la situación con las pensiones será mucho más dura si no se producen cambios, y alerta de que las nuevas tecnologías crearán nuevos trabajos con valor añadido, pero a nivel global «va a haber destrucción de empleos».