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La propia Ágatha lo reconoce. «Creo que soy un clásico en el mundo de la cerámica», admite, no sin pesar, consciente de la paradoja en la que se ha convertido su trabajo en la firma Pamesa. «Estoy muy contenta de trabajar para Pamesa. He perdido ya la cuenta, pero creo que son más de 20 años», declara. «Mis colecciones cerámicas para Pamesa se venden en 120 países. De hecho, en muchos de ellos lo único que se vende de Ágatha Ruiz de la Prada es la cerámica, por eso yo quiero tanto a Pamesa, para mí es una gozada poder trabajar con ellos».

La sintonía entre Pamesa y Ágatha no tiene límites ni fecha de caducidad. El propio presidente del Grupo Industrial Pamesa, Fernando Roig, se muestra encantado con los resultados de esta fructífera colaboración. «Ágatha aporta algo diferente a la hora de desarrollar los modelos cerámicos. Aporta mucho color. Es una apuesta nuestra por la diferenciación, que tiene mucha salida comercial y que llega a todo el mundo. Son colecciones que les gustan a los consumidores. Pamesa sigue apostando por Ágatha. Llevamos más de 20 años trabajando? ¡y los que quedan!», afirma Roig, quien hizo de anfitrión a la visita relámpago que la madrileña ha hecho a Cevisama: «Acabo de llegar directamente desde Nueva York a la feria y me marcho inmediatamente otra vez a Nueva York, porque el martes desfilo en la New York Fashion Week».

El universo Ágatha Ruiz de la Prada no conoce límites. Nubes, estrellas y corazones, plasmados en mil y una formas, relieves y, sobre todo, toda la paleta de los colores más vivos del arcoiris, son una inyección de alegría para baños, cocinas o estancias de todo tipo, sean centros públicos o privados.