Las cifras son abrumadoras. Según un estudio elaborado por el Centro de Estudios Monetarios y Financieros (Cemfi) y la Fundación de Estudios de Economía aplicada (Fedea), el 63 % de los desempleados de entre 45 y 59 años lo son de larga duración. Esto quiere decir que de los 160.200 parados de estas características que hay en la Comunitat Valenciana, según datos del último Estudio de Población Activa, 100.926 han extinguido una prestación por desempleo.

Tal como se refleja en los datos, una vez este segmento de la población entra en el desempleo, más del 40 % de ellos seguirá en el paro un año después, y lo que es peor, una vez se haya sobrepasado este tiempo, el 80 % continuará sin un contrato a los 24 meses. Esta cifra se acentúa en el colectivo más vulnerable, las mujeres mayores de 55 años. En el caso de ellas, la cifra alcanza el 84,7 %, lo que representa a más de 22.000 mujeres de la Comunitat que llevan dos años de su vida tratando de encontrar una oportunidad laboral.

Los autores de este estudio, Samuel Bentolila, Ignacio García-Pérez y Marcel Jansen, señalan que entre muchas variables, algunas de las causas que cronifican el desempleo entre la población más mayor se encuentra la dificultad de contratación por la propia edad, la falta de rentabilidad en la inversión en formación -bien porque les quedan menos años hasta la jubilación o bien por un posible deterioro cognitivo-, y por la posible aparición de problemas en la gestión de recursos humanos, especialmente si los superiores son más jóvenes.Sin embargo, los mayores cuentan con una ventaja irrefutable con respecto al resto: la experiencia.

Otro de los aspectos que destacan los autores del informe es el desánimo. La difícil salida de una situación de desempleo provoca que estos parados «desistan de buscar trabajo activamente y se conviertan en inactivos desanimados». En la muestra estudiada, (conformada por 181.120 hombres y 122.587 mujeres) de cada 100 desempleados, cerca de 60 aduce estar inactivo porque cree que no va a encontrar trabajo.

Los resultados de las observaciones señalan que la probabilidad del salir del paro se reduce progresivamente con la edad. Diez años más de edad se traducen en un aumento del 5,4 % en los hombres y del 7,4 % de probabilidades de seguir sin empleo a los 12 meses de perder el trabajo.

Este dato, que podría parecer contradictorio, se debe a que con un mayor nivel educativo se tienen más reticencias en el momento de aceptar un contrato ya que esperan cobrar un salario mínimo, por debajo del cual no les compensa entrar de nuevo en el mercado. Esto mismo ocurre entre quienes tienen una mayor experiencia profesional.

Otro de los datos que marcan la permanencia en paro es si se está cobrando algún tipo de prestación. La muestra analizada sugiere que los trabajadores con este tipo de ayudas económicas ejercen un esfuerzo de búsqueda «relativamente bajo y esperan un salario relativamente alto». Pero cuando al acercarse el cese de estas prestaciones, intensifican la búsqueda de trabajo «sus probabilidades de hallarlo, son mucho más bajas que al comienzo», señalan.

Como solución a esta situación, los autores proponen que los programas de fomento para este segmento se personalicen más, sean más intensivos y tenga una mayor duración.