En plena reactivación del comercio mundial, con España batiendo su récord exportador año tras año y las autonomías españolas más dinámicas creciendo a dos dígitos, la Comunitat Valenciana parece haber echado el freno.
Los datos, en realidad, siguen siendo buenos, de récord histórico. Tras terminar 2016 con apenas un 0,4% de incremento de las ventas, este pasado 2017 ha vuelto a mejorar un 2,4%. Especialmente por el dinamismo de Castelló, a lomos de sus sectores cerámicos (más de 2.700 millones en ventas) y agroalimentario.
Con todo, la autonomía pierde posiciones en la liga del comercio exterior español. La tradicionalmente segunda región exportadora tras Cataluña ha sido adelantada en 2017 por Madrid y Andalucía. De hecho, la C. Valenciana es la cuarta que peor comportamiento ha tenido. Mientras andaluces, aragoneses, asturianos, baleares canarios, extremeños, vascos o murcianos crecen a dos dígitos, la valenciana ha crecido cuatro veces menos que el conjunto del país (8,9%).
A resultas, la balanza comercial valenciana se resiente. En un año ha pasado de tener el segundo mejor superávit comercial, al cuarto, por detrás de País Vasco, Navarro y Galicia. Crecen las importaciones, fruto de la recuperación de la competitividad de la economía valenciana, un 9%. Y lo hacen por encima de las ventas. Así, el superávit se reduce un 30%. Y en la provincia de València, 2017 deja déficit comercial.
¿Qué ha pasado? En la Cámara de Comercio, su presidente José Vicente Morata achaca el resultado a la confluencia de una serie de factores que han perjudicado a determinados mercados o sectores de referencia para la C. Valenciana.
Uno es el freno del mercado Estados Unidos-México, por la debilidad del dólar frente al euro. Esto se une al hundimiento del mercado británico (-11%), fundamental para un sector tan relevante como el automóvil, que supone el 26% de todas las exportaciones. Desde la Cámara también señalan al «varapalo» que ha supuesto el cierre comercial de Argelia (-17,5%), o la caída del precio del petróleo que ha afectado las ventas a Oriente Medio.
Por sectores, el automóvil continuó siendo el motor de las ventas. En línea con el récord de producción de Ford Almussafes (una factoría exportadora), las ventas de vehículos subieron un1,5%; pero se hundieron un 18,4% las de componentes. La cerámica mantuvo su velocidad de crucero, con un 4,5% más de ventas, mientras que otros como el mueble, juguete o calzado vieron frenado su crecimiento.
«Todos estos aspectos, combinados con el incremento de la demanda interna están haciendo que miles de empresas que son exportadoras pero con poco volumen se concentren en el mercado doméstico», explica Morata. Para el dirigente, los datos demuestran «la necesidad de sensibilización sobre la importancia de mantener una cuota de ventas en el exterior».
Además, Morata también apunta a la necesidad de diversificar el mercado exterior, para evitar la dependencia de unos sectores (con el automóvil, cerámica y alimentación como motores), así como de ir más allá de la Unión Europea, que acapara dos tercios de las ventas.
Este año, de hecho, al hundimiento del mercado británico por la devaluación de la libra por el proceso del brexit se une el estancamiento de Alemania, que actualmente es el primer cliente valenciano. La recuperación de Francia (+9%) e Italia (+11%) lo han compensado.
En este sentido, el sector exportador valenciano ve con optimismo las cifras parciales de diciembre. Si bien ese mes se produjo un retroceso del 2,1%, el mercado Nafta (EE UU, Canadá y México) elevó sus compras valencianas entre un 19% y un 32%. «Esperemos que sea el inicio de otra vuelta al crecimiento», concluye Morata.
