La militancia del PP y el propio Mariano Rajoy comenzaron a festejar ayer la apabullante victoria que las encuestas le auguran para el domingo. Y eso que el candidato a la Moncloa aún no se había atrevido en esta campaña a dar rienda suelta a la euforia que le rodea en cada mitin: «Creo que vamos a ganar las elecciones. Es más, lo creo y lo digo», se aventuró un mesurado Rajoy ante una plaza de toros a reventar con 20.000 personas, según el partido.

Le contagió el fervor de los populares valencianos, ayer casi convertidos en hinchada, en el «acto más importante de la campaña». «Esta plaza es ya un lugar emblemático para mí. Está y estará siempre en mi corazón. Muchas gracias por llenarla una vez más», declaró el presidente del PP.

Pese al entusiasmo que dejó entrever, Mariano Rajoy aterrizó en el coso de la calle Xàtiva con un discurso estándar y muy parecido al del resto de la campaña. La importancia que pareció conceder al escenario no se tradujo en un gran anuncio electoral ni en el regalo de un compromiso a un PPCV que le promete millón y medio de votos. Y eso que Fabra puso sobre la mesa algunas de las clásicas reivindicaciones del partido ante Madrid, como el agua, la financiación o el corredor mediterráneo: «La Comunitat Valenciana estará como siempre, en primera línea, porque ha demostrado que aquí hay gente con coraje y yo estaré con vosotros», se limitó a conceder Rajoy, fiel a su estilo de evitar cualquier asunto que le genere un conflicto territorial, como también hizo en Zaragoza con el agua.

Eso sí, el líder nacional del PP regaló guiños a brazos llenos, aunque no mencionó ni de pasada a Francisco Camps, el gran ausente ayer. El primer saludo fue, precisamente, para la alcaldesa Barberá, que hace semanas pedía más cariño y fue la más aclamada ayer. «Gracias, Rita, la alcaldesa más emblemática de España, y mira que hay buenas alcaldesas».

Las mayores alabanzas se las llevó, no obstante, el jefe del Consell, Alberto Fabra: «Serás un magnífico presidente, ya lo estás siendo». El aspirante a la Moncloa presentó su gestión como modelo a seguir y apoyó su política de ajustes: «Celebro que la Generalitat haya presentado un presupuesto donde se reduce el gasto, no se suben impuestos y el 80 % va destinado a política social. Eso es lo que hay que hacer».

Rajoy también puso en valor la construcción de la Nueva Fe, una inversión prácticamente exclusiva del Consell. Un hospital con «más de mil camas individuales», dijo en un desliz: «Eso sí que son políticas sociales y no las de alguno». La referencia se entiende como una defensa del modelo sanitario valenciano, que ha sido objeto de las críticas del candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Un Gobierno «con apoyos»

Por lo demás, la intervención de Rajoy trató de desactivar el discurso del «miedo» a los recortes que lanza el PSOE. «Los españoles ya no creen en insidias, ya no tienen miedo al cambio. A lo que tienen pavor es al inmovilismo, a que no se produzca un cambio en España», dijo Rajoy. Y aleccionó a los suyos para evitar el cuerpo a cuerpo, y apostar por la «unidad y no por la división» en la recta final de la campaña: «Nosotros no tenemos más enemigo que la crisis y si alguien quiere disputas aquí no las va a encontrar», añadió.

Finalmente, pidió una gran movilización para obtener una holgada mayoría. Y también insinuó la conveniencia de incluir a otros partidos en su futuro Gobierno, porque «el peor mensaje que se puede dar al exterior es que hay un gobierno con pocos apoyos». «Lo único que necesitan los españoles es un gobierno un poco potable», concluyó.

Barberá vacuna al partido contra el exceso de confianza

Mariano Rajoy y Alberto Fabra no fueron los únicos en tomar la palabra. Tanto el candidato por Valencia, Esteban González Pons, como el presidente del PP provincial, Alfonso Rus, y la alcaldesa, Rita Barberá, quisieron vacunar a la militancia contra el entusiasmo y el exceso de confianza. Pons alabó el papel de Rajoy como referente centrista del partido: «El PP hoy se parece a ti, con sentido del humor, moderado, se preocupa por los débiles». Pero también criticó que Rubalcaba lleva «un mes asustando con recortes que sólo él ha practicado», y pidió más al partido: «Las encuestas dicen que el PSOE va a perder. Pero tenemos que merecer la confianza de los españoles. Queremos ganar en el campo y no en las quinielas».

En esa línea, pero más gráfico, Alfonso Rus, aleccionó a los 20.000 militantes congregados. «Si el domingo hay boda, primero el voto y luego la boda». Al margen de esto, Rus prometió a Mariano Rajoy 811.000 votos por la provincia de Valencia, pero también se mostró reivindicativo: «Hemos estado ocho años que nos han negado el pan y la sal. De Madrid no nos daba ni la hora. No queremos más que otros, pero menos tampoco. Cuando ganes las elecciones, piensa en mí, en la Comunitat Valenciana», dijo parafraseando la canción.

La alcaldesa Barberá, por su parte, fue la primera en dirigirse al público y, como maestra de ceremonias, se encargó de animar una plaza «abarrotada»: «Otros van a sitios más pequeñitos porque son muy poquitos», ironizó sobre el PSPV, que canceló el mitin en la plaza por el riesgo de lluvia. E insistió: «Luce el sol en las encuestas; que luzca en las urnas».