Ha hecho de casi todo: celador de urgencias, administrativo, periodista y hasta alcalde, entre 2007 y 2011. Concejal de Acción Social en Sueca, confiesa que se le encoje el corazón cuando ve cómo «cada vez hay más gente que viene a pedir, sencillamente, comida». Por eso pide el voto para ser la «voz valenciana» en Madrid pero también para reivindicar que «ya es hora de que los bancos y las grandes fortunas se aprieten el cinturón».

¿Con qué expectativas afronta estas elecciones?

Como venimos de un largo viaje y hemos tropezado tantas veces, somos muy prudentes. Las encuentas nos dan muy buenos resultados; como mínimo, un diputado. Las acogemos con mucha ilusión y trabajo pero con cautela y precaución.

El valencianismo progresista se encuentra ante una oportunidad histórica porque sería el primer diputado nacionalista que sale elegido...

Como partido valencianista, sería el primer diputado electo desde la República, que fue Bernat i Baldoví. Ahora bien, Francesc de Paula Burguera, un valencianista que estuvo en un partido que perteneció a aquella ensalada de siglas de la primera Coalición UCD, también salió elegido para el periodo 1977-79. Con él tengo muchos puntos en común y estoy muy orgulloso de ser suecano como él y de representar el valencianismo, pero no quiero ser sólo eso. Seré el diputado valencianista, de izquierdas y ecologista, de todas las sensibilidades que hemos unido en Compromís. Sería un honor y un orgullo seguir la estela de dos ilustres suecanos.

El Bloc, el partido más importante de Compromís [que aglutina también a Iniciativa y el Els Verds-Esquerra Ecologista], lleva 30 años explorando fórmulas para el éxito electoral: CiU valenciana, alianza con EU, verdes. ¿Ya han hallado la «piedra filosofal»?

Hemos encontrado un instrumento [Compromís] en el que confluyen sensibilidades diversas pero donde son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Hemos de ser generosos todos para saber sumar, ceder y que por encima de los intereses de los partidos que integran la coalición hay un interés fundamental: crear ese tercer espacio en la política valenciana, que puede ser muy útil para los valencianos también en Madrid.

Los partidos de Compromís son todos de obediencia valenciana pero ahora van en coalición con una formación estatal, Equo. ¿Eso no es un contrasentido?

En Compromís nos hemos hecho pragmáticos. ¿Qué nos puede separar de la gente de Equo aquí, si ya tenemos integrados a Els Verds-EE? La fuerza en Valencia la tiene Compromís pero si también conseguimos sumar los votos verdes que pueden ir a Equo, en vez de que se pierdan en listas que no iban a obtener representación, es bueno. Lo que sí dejaremos claro es que somos una coalición de estricta obediencia valenciana.

Según el CIS, el único diputado de Compromís-Equo sería usted. Esto supone que tendría que defender las propuestas ecologistas para toda España.

Evidentemente.

¿Y si hay colisión de intereses?

Compromís va allí a defender los intereses de la gente que nos ha votado, que es lo honesto. Si entran en contradicción intereses españoles y valencianos, defenderemos los valencianos por encima de todo. Pero Compromís no sólo va al Parlamento español a defender los intereses valencianos; hemos hecho propuestas en clave española. Defendemos la dación en pago de la vivienda. En el último trimestre, en el País Valenciano hay 3.000 personas, 33 al día, que han perdido la vivienda. Eso está pasando en toda España. También hemos lanzado una propuesta que se ha oído no sólo en la plaza del Ayuntamiento de Valencia sino también en Sol, en Barcelona, en muchas plazas del Estado. Hay un grito de la gente que no se siente representada en ese Parlamento, que quiere que accedan nuevas voces, que no haya barreras. Compromís no sólo va a defender intereses estrictamente valencianos, también quiere intervenir y decidir en la política española. Podemos defender causas justas para el conjunto del Estado. No vamos a ser sólo la voz valenciana, sino también una voz decisiva en otros asuntos que afectan al conjunto del Estado. Tenemos un proyecto de regeneración del Estado.

Alude al que llaman «referéndum Baldoví». ¿En qué consiste?

Me causa un poco de pudor que los compañeros hayan puesto mi apellido a esa propuesta, que hemos elaborado mucha gente. Hay varios puntos clave: Primero, en un Estado de las autonomías, hemos de superar las provincias y, por tanto, la circunscripción debería ser la comunidad. Segundo, el número de escaños ha de ser proporcional a la población de cada comunidad. No puede ser es que el voto de un valenciano pese menos que el de una personas de Castilla y León o una de Castilla La Mancha, por poner dos ejemplos. Cada persona, un voto, y cada voto, el mismo valor. Tercero, que se eliminen las barreras. Y cuarto, un sistema más proporcional de asignación de escaños, que no prime las mayorías absolutas. Con menos del 50%, aquí el PP ha tenido mayorías absolutas.

¿La dación en pago no supondría un ´crack´ para los bancos?

Las entidades bancarias han recibido 90.000 millones. Seguro que iba ser tanto ´crack´... Se nos mete miedo con los mercados pero cada vez hay más personas que se quedan excluidas. Y eso lo vemos los que hemos sido alcaldes o, ahora, concejales de Acción Social. Cada vez hay más gente que viene a pedir, sencillamente, comida. Es hora de empezar a pensar en las personas y no tanto en los bancos.

La economía y el problema del paro presiden la campaña. ¿Tiene Compromís la receta mágica?

Recetas mágicas no hay. Para crear empleo hay dos vías, a través de la iniciativa pública y de la privada. Para la primera el Estado ha de obtener recursos. Eso se puede lograr con una buena administración; eliminando organismos superfluos como las diputaciones o el Senado; con una fiscalidad en la que paguen un poco más y comiencen a ser solidarios los que más tienen; y con una lucha más decidida contra el fraude fiscal, que está hundiendo a muchas empresas que pagan religiosamente sus impuestos. Ahora bien, si no hay emprendedores, gente que arriesgue y cree trabajo será imposible. Hace falta una política fiscal para mimar a autónomos y pymes. En vez de dedicar capital a la economía especulativa, hay que destinarlos a la productiva. Ya es hora de que bancos y grandes fortunas se aprieten también el cinturón y sean solidarios con la gente. A la clase trabajadora le quedan ya pocos agujeros en el cinturón para apretarse.

¿El resultado de Compromís en las autonómicas fue flor de un día y el PSPV recuperará el 20N el supuesto voto prestado?

El voto prestado es el que tenía el PSOE hasta ahora. Mucha gente que nos votaban en los pueblos, que ha votado tradicionalmente al PSOE como voto útil, ahora está viendo que hay un voto más útil, el que de verdad le planta cara al PP. El PSOE ha tenido el voto prestado de mucha gente porque no salíamos otras opciones. Pero la gente ha dejado de tener miedo porque ha visto que nos hemos mantenido fieles años y años en nuestro camino, perseverando. Como dijo otro suecano y gran valencianista, Nicolau Primitiu, «treballar, perserverar i esperar». Mucha gente del valencianismo político, de la izquierda, del ecologismo, hemos trabajado esperando que un día ese trabajo diera sus frutos. Ya los ha dado en los ayuntamientos, en las Corts y ahora vamos a sacar un diputado. No queremos que sea flor de un día. Ese no es el voto prestado; el voto ha vuelto donde debía de estar.

¿Las elecciones son la batalla definitiva con EU por ser la referencia a la izquierda del PSOE?

Ya conseguimos ser la tercera fuerza el 22M y ahora aspiramos a convertirnos en la tercera. Cada uno camina por su surco. «No mireu les banderes, mireu els abanderats», decía Fuster. Que la gente se fije en cuál ha sido nuestro trabajo y,a partir de ahí, vea cuál es la opción que mejor ha trabajado por sus intereses. EU es un partido más con el que podemos compartir electorado pero no es nuestro enemigo, sino las políticas de derecha.

La nueva etapa de Fabra parece que los ha descolocado. ¿Contra Camps vivían mejor?

No. Es evidente que Camps no se quería reunir con nadie y Fabra tiene un talante mucho más abierto. Pero se ha reunido con las víctimas del metro, con los grupos políticos, con Escola Valenciana y, hasta ahora, sólo vemos gestos y palabras, no hechos. Camps era el súmmum de la desfachatez. «Vergonya, cavallers», dijo Jaume I. Y es que hace falta que los políticos empecemos a tener vergüenza, un mínimo de decencia política, algo que el Gobierno de Camps no tenía. Y no aprenden. ¿Cómo se explica que tres exconsellers corresponsables de la ruina que tenemos vayan en listas a Madrid? ¿Es que Fabra quiere exportar ese modelo a Madrid?