Una, dos, tres y así hasta catorce veces. A José Ramón Lletí, vecino de Corbera, nunca le ha tocado ni una rifa, pero en cambio se considera «muy agraciado» en lo que a sorteos electorales se refiere. Desde el referéndum para la reforma política de 1976 hasta hoy mismo ha sido elegido nada más y nada menos que en catorce ocasiones como miembro de una mesa de votaciones «y siempre como titular», recalca.

A sus 57 años puede considerarse todo un experto en el procedimiento a seguir durante un día de elecciones gracias a sus reiteradas participaciones como vocal, presidente e incluso en calidad de adjunto, cuando existía ese cargo en la época de la Transición. Entonces, los miembros no se escogían al azar sino entre las personas de referencia del municipio. Con la instauración del sorteo, el caprichoso destino ha deparado a Lletí un puesto de responsabilidad en casi todos los comicios, algo que ya considera «un abuso».

Por ello, como hizo en anteriores convocatorias, ha solicitado a la Junta Electoral de Zona de Alzira que le eximan de esta obligación durante presente jornada, sin que al cierre de esta edición hubiese recibido respuesta alguna. Si nada lo impide, hoy José Ramón volverá con resignación cristiana a cumplir con su deber como ciudadano «y eso que soy apolítico», revela.

El asunto genera las lógicas bromas entre sus amigos. «Esto es ya un cachondeo», asegura. «Cuando me comunicaron que volvía a ser miembro de mesa no me lo podía creer», se lamenta. Pero a pesar de que no le hace mucha gracia, Lletí afirma que puede estar «orgulloso» de haber cumplido siempre con su deber.

Es tal su experiencia, cuenta, que antes de que los electores procedan a identificarse en el momento de ejercer su derecho al voto, ante el asombro de los presentes, él ya canta sus datos personales «porque casi me los sé de memoria», en parte también porque ejerce como gestor en este pequeño municipio ribereño, «lo que te permite conocer a muchas personas», explica.

Dar preferencia a los parados

José Ramón propone que, dada la situación económica actual, se reforme la legislación vigente y se dé preferencia a los parados a la hora de formar parte de las mesas electorales «porque de ese modo se ganarían una dieta que cubriría una pequeña parte de sus necesidades». El gestor de Corbera cree, además, que hay «prestaciones sociales cuyo cumplimiento es ineludible, pero la ley no ampara el abuso del derecho», que bajo su punto de vista se está dando en este caso.

Lletí llama a que «las cargas sociales se distribuyan proporcionalmente», petición que en su caso, y por el momento, no parece que vaya a ser atendida.