La campaña entra en sus días decisivos con un 21% de indecisos y todos los partidos buscando convertirse en los propietarios del centro, donde habita la mayoría sociológica del país. En esas aguas se encuentra la bolsa más agitada de votos, con los desencantados del PP buscando refugio. Hacia esos caladeros navega hoy el PSOE de Pedro Sánchez y Ximo Puig, que ayer detuvieron la caravana en Valencia para dar su mitin central para las autonómicas y locales del próximo domingo.

«El 24M la mayoría social está convocada para escribir con su voto un destino limpio para Valencia». «Les digo a los que están dudando y no se resignan que el PSOE hará posible el cambio frente a un PP agotado y asediado por la corrupción», proclamó el líder del PSOE, Pedro Sánchez, ante una plaza de toros que rozó el lleno absoluto. Sin la excitación de los buenos años de Zapatero, Blanquerías cumplió el reto y brindó a Sánchez un gentío de 12.000 militantes. Unas magnitudes de los tiempos del bipartidismo, un éxito en la era de la «nueva política».

Puig, que lleva días pidiendo el voto a los desencantados por la gestión y los escándalos del PP, se ofreció ayer como garantía sin estridencias: «No es suficiente que el PP pierda; es imprescindible que gane el Partido Socialista, el único que de verdad garantiza el cambio: seguro, honrado e irreversible. Salimos a ser los primeros», aseguró Puig. «Un proyecto de renacimiento y solvente», sin improvisaciones, prometió.

Los socialistas encaran la recta final buscando arrellanarse entre esas dos aguas. Entre los indecisos y los que temen cambios radicales; entre PP y Podemos. Defensa de lo público y menos impuestos para «la clase media trabajadora» y guiños a la patronal. Todo en la misma sesión. En primera fila, atentos González (Cierval), Navarro (la CEV) y Morata (Cámara): «Vamos a reconstruir la Comunitat con vosotros, codo con codo», les dijo Puig. Ante ellos prometió también luchar por la deuda histórica e inversiones.

El líder del PSOE y el candidato a la Generalitat fueron ayer a coro

El líder del PSOE y el candidato a la Generalitat fueron ayer a coro. Contra la derecha, ofrecieron censura por la corrupción y la desigualdad en la salida de la crisis; por la izquierda hubo cargas de profundidad a Podemos, que aspira a arrebatarle la divisa de referente de la socialdemocracia española.

Puig, ante una grada que le recibió con un tifo de estadio de fútbol „«Ximo President»„, estuvo «canchero»: «Pronto va a volver Rajoy. Estará más solo, le faltarán unos cuantos amiguitos. No estará Paco [Camps], del que dijo que estaría ´delante, detrás, al lado´, como bailando la ´yenca´. Tampoco Rus, ni Fabra, al que no dejarán salir de la cárcel».

Sánchez recogió el guante: «Hay que votar para desterrar del diccionario de la política valenciana palabras como cohecho, tráfico de influencias y delito fiscal». «Madrileños y valencianos, el próximo 24 de mayo, nos vamos a liberar de la correa de la Gürtel», asestaba Sánchez, que invitó a «votar al PSPV para construir entre todos una Valencia con honra».

La legislatura acaba como empezó en Valencia, con la corrupción como hilo del relato. Pero también con la lucha frente a la desigualdad en la agenda de la recuperación. El candidato, Ximo Puig, se comprometió a erradicar el copago, a financiar las medicinas a los pensionistas que cobren menos de 1.000 euros, a crear plazas de educación infantil para todos los niños de dos años y a mediar con los bancos en cada desahucio. «La línea roja de verdad es la que separa un gobierno decente de uno indecente», proclamó Puig.

«Nuestra bandera de verdad es la igualdad», añadió Puig, que personificó en las mujeres la lucha por la igualdad: «No podemos permitir que continúen muriendo mujeres, es el fracaso de la sociedad», clamó Puig. El candidato se mostró íntimo: «He aprendido que no se puede ser socialista sin ser feminista», dijo antes de prometer un Consell paritario. Los indecisos como objetivo, pero también las mujeres, el viejo nicho fiel de los socialistas que van a tratar de amarrar de aquí al 24M.

En esa línea, Pedro Sánchez tiró de memoria y reivindicó la herencia de los gobiernos socialistas, de González y Zapatero, como creadores del Estado del Bienestar. Dependencia, pensiones, educación y sanidad universales frente al «cartel de se vende que el PP ha puesto en los hospitales valencianos». «Somos la mayoría social que no se resigna a la peor sanidad, al copago, a las aulas masificadas», dijo. No anduvo modesto el líder de Ferraz: «Lo mejor que le ha pasado a este país siempre ha venido de la mano del PSOE». Antes que Sánchez, Puig ondeó el recuerdo de Ernest Lluch, asesinado por ETA, como firmante de la ley que universalizó a la sanidad.

Junto al PP, la otra gran diana de las críticas ayer fue Podemos, respecto a quien Puig ofrece su «cambio seguro» y sus «soluciones realistas». «No entiendo que haya partidos que quieran cambiar el mundo sin querer cambiar su pueblo o ciudad», alanceó el candidato en los primeros compases, en referencia a la no concurrencia de Podemos a las municipales. No se quedó ahí: «Ha vuelto Marx, pero Groucho. Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros», dijo sobre el partido de Pablo Iglesias. «Cambian de principios según las encuestas y de valores según va el mercado. La libertad, igualdad y fraternidad no está en el mercado», proclamó.

Sánchez le siguió en la andanada. Primero, recordando al expresidente González, que «lucha por las libertadas en Venezuela», y después sacando pecho por su historia: «No somos fruto de una torrentera, sino un gran cauce de 136 años».

Antes que los dos líderes, el candidato del PSPV en Valencia, Joan Calabuig, arrancó el mitin reivindicando la lucha contra la corrupción en los casos Nóos, en la Feria o en el «saqueo de Emarsa». «Antes que nadie, con más energía y determinación que nadie contra la corrupción», reivindicó. «No somos todos iguales», dijo, rescatando a Raimon: «No, nosaltres no som d´eixe món». Junto a Calabuig, las candidatas de Orihuela, Carolina Gracia, y de la Vall d´Uixó, Tania Baños, pusieron rostro a la «revolución generacional» que exhibían en carteles los jóvenes del partido.