Las encuestas, sucede a menudo, se equivocaron. Sobre todo, en el análisis de las grandes ciudades y la profundidad de la pulsión de cambio que ha animado a muchos ciudadanos, escenificado en el sentido de su voto. No eran estas unas elecciones fáciles para el Partido Popular, pero el escrutinio de las elecciones municipales, sin ninguna duda, permite hablar de debacle. El PP pierde la mayoría absoluta en prácticamente todas las capitales de provincia, y en la mayoría de ellas no suma ni siquiera con el eventual apoyo de Ciudadanos.

Más o menos lo mismo puede decirse de la Comunitat Valenciana. La larga hegemonía del PP, iniciada en 1991 con la llegada de este partido (por los pelos) a la alcaldía de Valencia y consumada con la victoria en las elecciones autonómicas de 1995, ha terminado. Y ha terminado más o menos como empezó. Rita Barberá obtuvo 20 escaños en 2011. Ahora se ha quedado en diez. Es decir: en cuatro años el PP ha perdido la mitad de sus representantes en Valencia, y en muchas otras capitales.

El cambio suele comenzar siempre en las grandes ciudades, y suele estar acaudillado por el voto joven. Así ha sido en esta ocasión. Pero además el cambio, en este proceso electoral, está claramente orientado hacia la izquierda; algo que no se percibía tan claramente en la mayoría de las encuestas, pero que ya apuntaron los resultados de las pasadas Elecciones Europeas. Parecía muy extraño que el PP no se viera más debilitado „más de lo que decían las encuestas, que solían detener la erosión electoral de este partido en la barrera del 30%„ por efecto de su gestión de Gobierno, ni por la aparición de Ciudadanos. Al final, los resultados han mostrado un panorama probablemente más lógico, y más coherente, con lo que ha sucedido en estos últimos años.

Podemos obtiene unos resultados sensiblemente mejores de lo esperado; sobre todo, en Madrid y en Barcelona. Una tónica municipalista que no sólo se ha producido en las dos ciudades más pobladas. En general, Podemos ha logrado cifras mucho mejores en las ciudades en las que se ha presentado (normalmente, con acuerdos con otros partidos y asociaciones ciudadanos) que en los comicios autonómicos, aunque en la C. Valenciana la competencia con Compromís deja a Podemos en un segundo plano. El PSPV resiste con una fortaleza notable en parte por comparación: ya sufrió una erosión muy importante en 2011. El resultado de 2015 es el peor resultado electoral de la historia del PSPV? Y, muy probablemente, le permitirá gobernar en la Generalitat.

Compromís no sólo resiste, sino que consolida posiciones, y se convierte en una fuerza poderosísima a nivel municipal. Probablemente el próximo alcalde de Valencia sea Joan Ribó, sin ir más lejos. Aunque EU finalmente no haya logrado entrar (ni en el ayuntamiento de Valencia ni en las Corts), estos tres partidos suman una mayoría suficiente para consumar el cambio de Gobierno en la Generalitat. No sólo por la debacle del PP, sino por los resultados de Ciudadanos, que sin duda son excelentes, pero tal vez no tanto como auguraban los sondeos más optimistas.

Como sabíamos, se abre ahora un período de pactos. El más claro de todos parece el tripartito en la Generalitat (ya veremos si los tres partidos, y en concreto Podemos, aceptan entrar en el Gobierno), que probablemente se extienda a muchos municipios, quizás con protagonistas diferentes en cada caso (el PSPV liderando la Generalitat, y Compromís muchos ayuntamientos). En el conjunto de España, estos pactos pueden tener como principal efecto que el Partido Popular, cuatro años después de lograr la mayor cuota de poder territorial de toda su historia, vuelva casi a las catacumbas de los años ochenta. Una situación que, sin ninguna duda, tendrá consecuencias internas en este partido, y obviamente también en la carrera hacia las Generales.