Alberto Fabra dejará la presidencia del PPCV, pero no todavía. Su propósito es liderar una transición «tranquila» hasta que la organización renueve sus órganos de dirección en el correspondiente congreso regional ordinario, una cita que ni siquiera está señalada en el calendario, pero que no será antes de las elecciones generales. Como muy pronto dentro de medio año. Este es al menos su propósito. Y así se lo hizo saber ayer, primero, a los barones provinciales José Císcar, Vicente Betoret y Javier Moliner, y a la coordinadora general del PPCV, Isabel Bonig; horas más tarde a la plana mayor del partido y, por último a los medios de comunicación. La vía por la que ha optado el todavía presidente de la Generalitat abre una crisis interna, ya que no faltan voces que quieren su marcha inmediata. Ayer, en la reunión de la junta directiva regional celebrada a puerta cerrada, varios dirigentes le instaron a asumir de manera inmediata responsabilidades. Fabra, seriamente tocado por los peores resultados del PP en unas autonómicas en los últimos 26 años, sin embargo, abogó por aguantar y seguir al frente del partido y por tanto, de la oposición hasta el congreso ordinario. No quiso desvelar, a preguntas de los periodistas, si será o no el portavoz del grupo parlamentario, pero anunció que tomará posesión del escaño y estará en el debate de investidura como líder del PP en la oposición. Un anuncio que cayó como una bomba en los sectores más crítica.

El presidente descartó un congreso extraordinario o una gestora al defender que podría enturbiar todavía más el panorama interno de cara a las generales de noviembre. «Si pensara que esa es la solución a nuestros problemas dimitiría ya», aseguró. Con su decisión, acata las directrices de Mariano Rajoy, quien quiere evitar a toda costa que sus barones den una imagen de desbandada. Ayer Fabra admitió haber hablado con Dolores de Cospedal, secretaria general del PPCV, sobre sus planes, aunque aseveró que la decisión había sido sólo suya. Sigue así la hoja de ruta marcada por Génova de la que ayer se descolgaron varios de sus colegas.

De regreso de Madrid el pasado lunes, Fabra convocó a los barones para el día siguiente a una comida para tantear sus apoyos y preparar la reunión de la tarde. Durante el almuerzo, celebrado en el Palau de la Generalitat, Fabra les comunicó sus planes de irse, si bien no de forma inmediata, una dimisión que algunos digitales daban por hecha. A lo largo de la mañana varias direcciones comarcales del PPCV se reunieron para recabar apoyos de alcaldes y candidatos derrotados para pedir su dimisión. Tal como informó ayer Levante-EMV eran muchas las voces, sobre todo procedentes de los municipios, que le consideran responsable de haberles arrastrado a la oposición con una estrategia fallida. Estaban dispuestos a hablar y algunos lo hicieron. La de ayer fue una de las juntas directivas del PP más tensas de los últimos años. Ante decenas de cargos y militantes, Fabra entonó el mea culpa. «Asumo todas la responsabilidad», se arrancó para comunicarles que no se presentaría al próximo congreso regional. Ante el anuncio se hizo el silencio. Y el presidente continuó: «Mi responsabilidad es de aquí a las generales». Fue cuando se escucharon varios «nos». La tormenta estaba al caer.

El turno de preguntas no fue un trámite. Todos querían hablar. Varios exdiputados, entre ellos Marisol Linares y Andrés Ballester le exigieron la dimisión de forma inmediata. A las intervenciones críticas siguieron otras, como las del barón provincial de Castelló, Javier Moliner, quien dio oxígeno a Fabra situando el foco en el PP nacional y no en el autonómico. Otros, también de Castelló, como el alcalde de Peñíscola se sumó a esta idea. Hubo un debate intenso y lamentos por el hecho de que el tsunami había arrastrado a los alcaldes. «Os habéis dejado la piel, no tenéis la culpa», trataba de conformarles un presidente que aguantó en silencio la peticiones de dimisión. En líneas generales hubo división de opiniones respecto a cómo afrontar la crisis, aunque los silencios de Betoret y Císcar evidencian también que a Fabra sólo le queda el respaldo explícito del PP de Castelló. Tras hora y media de debate interno, se puso fin a las intervenciones. Nadie parecía contento.