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Sin Valencia no hay paraíso

A riesgo de pecar de provinciano, da gusto ver cómo los partidos españoles se dejan estos días el pellejo de las rodillas por los pabellones valencianos, rogando el voto para «inaugurar un tiempo nuevo» y rifando paraísos de financiación en la tómbola de las promesas. No pintarem fava a partir del día 21, pero ay!, ese 20D, hasta las ocho de la tarde nos van a tratar como los presupuestos tratan a los castellanos viejos.

Pablo Iglesias, Rajoy, Albert Rivera y, hoy, Pedro Sánchez y Alberto Garzón, han puesto este fin de semana a la C. Valenciana «en el mapa» „cómo se echa en falta los informativos de Canal 9 estos días„. Y aún no ha terminado la ceremonia del cortejo. Rajoy e Iglesias volverán aquí para cerrar la campaña.

No es de extrañar. Esta autonomía, con sus cinco millones de infrafinanciados votantes, se ha convertido en un lobby electoral. Asumiendo factores de corrección como la sobrerrepresentación de la España interior, cualquier partido que quiera marcar la diferencia necesita petarla en una comunidad grande. Lo sabe Pedro Sánchez, al que no le bastará con el Susanato „El PSOE es hoy el Partido del Sur con oficina en Madrid, en gloriosa definición de Jaime Miquel„. Lo sabe el PP, al que la debacle periférica de este via crucis de 2015 le ha dejado sin graneros. Y lo saben los emergentes Ciudadanos y Compromís-Podemos, que ven muy cerca la posibilidad del sorpasso al PSPV en un territorio en que la rosa no recupera el color ni en el invernadero de la plaza Manises. Aquí Iglesias y Rivera pueden marcar la diferencia que les dé la reina en el tablero de los pactos a partir del día 21. Disfruten de la semana. Siéntanse importantes. Hasta el domingo forman parte de ese cuerpo literario que, perdón por el sarcasmo, bautizaron como el poder valenciano.

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