A cuatro días del examen con las urnas, si algo está claro es que las alianzas postelectorales serán claves para formar Gobierno y un desafío para el PP, el partido que tiene más opciones de ganar. El presidente Mariano Rajoy lo tiene asumido y, ya el martes, destapó sus cartas al invitar a Ciudadanos a un acuerdo estable de legislatura. Ayer en Valencia su cabeza de lista por Alicante, el ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, remató la faena al cerrar la puerta a un pacto con el PSOE y dejarla abierta a C's, paradójicamente, la formación que más votos le robará en estas generales.

Pero 48 horas después del agrio cara a cara entre Rajoy y el líder socialista, Pedro Sánchez, los populares no quieren saber ya nada de un hipotético gobierno de concentración, una idea defendida en el pasado por el PP. Margallo aseguró en un desayuno informativo convocado por Nueva Economía Forum con los cabezas de lista del PP por Alicante, Valencia y Castelló como invitados, que «jamás» pactarán con quien quiera federalismos asimétricos», en alusión al PSOE, al que desechó también por su posible alianza con Podemos.

El candidato evidenció que el partido de Rivera es el único que puede ser su aliado. Trazó sus líneas rojas (la unidad de España) y la voluntad de diálogo del PP recordando el espíritu de UCD. Dejó claro que Rajoy no será sacrificado: «Ha sido el mejor presidente del Gobierno y su sustitución como candidato a la presidencia está fuera de toda cuestión», manifestó.

El ataque al PSOE y Podemos, con el añadido de Compromís en clave valenciana, también centró las intervenciones de la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, quien mantuvo que el «tripartito» que gobierna en la Generalitat es un «banco de pruebas» de lo que puede pasar tras las generales. Bonig se olvidó de Ciudadanos para centrarse en un Sánchez, que ha llevado al PSOE al desquicio, la marginalidad y la radicalidad».

La candidata por Valencia, Elena Bastidas, alertó sobre el desafío soberanista que supone para España y en especial para la C. Valenciana, ya que en el Consell «muchos estarían encantados de la entelequia de los Països Catalans: «Por primera vez, el nacionalismo ha llegado al Consell». Para Bastidas el PP es la única vacuna contra el «germen que puede intoxicar el sentir de los valencianos que están encantados de ser España». Bastidas habló también de corrupción, «una lacra, una carcoma» que les ha avergonzado, si bien advirtió que han hecho los deberes y no puede abrirse una «causa general contra el PP». Tanto ella como Margallo consideraron «letal» y «nefasto» el modelo de financiación.