Igual que cuando uno sufre un grave accidente de tráfico, su coche da varias vueltas de campana y, tras esos segundos fatídicos, sale del habitáculo, se planta, empieza a notar los brazos, se toca las piernas, da dos pasos y mientras la brisa le acaricia la punta de la nariz lanza un grito que desgarra el silencio: ¡Estoy vivo! Sería la sensación que se vive en el PSPV después del accidente sufrido en las elecciones del domingo. El coche ha quedado en estado de siniestro total, pero los socialistas valencianos, como el PSOE, han salvado la vida. Eso piensan. Cada comparecencia en las urnas es una curva peligrosa para un partido que ya tenía descontada la magnitud de esta última derrota, una vez se consumó el pacto entre Compromís y Podemos, que lograron conjuntamente el 30,3% del voto autonómico.

Los 530.497 valencianos (19,8%) que en las generales votaron socialista suponen un leve retroceso de un punto respecto a las autonómicas, pese a sumar 21.399 votos más. La primera lectura del PSPV, servida por su líder, Ximo Puig, la misma noche electoral, subrayaba que el resultado es «honorable y valioso» dadas las circunstancias de unas elecciones «extraordinariamente complicadas». «Se ha resistido, el socialismo sigue vivo», fue el mensaje de Puig en caliente. En el día de resaca, ayer, empezó a perfilarse el «vamos a analizar los resultados y ver de qué manera podemos mejorar», también apuntado por el presidente de la Generalitat. La izquierda valenciana, en su conjunto, logró el 49,1% de los votos. Sólo dos de cada cinco optaron por el partido otrora hegemónico en el ala izquierda de la política valenciana.

El 29, ejecutiva de reflexión

En estas generales se ha confirmado al alza la deserción del voto urbano, que ya estaba ausente de las siglas socialistas. Un fenómeno repetido en todo el Estado (frente a la media del 22% del PSOE, en Bilbao se cayó al 12,9%; en Barcelona, al 13,2% o en Madrid, al 17%), pero que no por ello deja de preocupar y mucho en el PSPV. Quart de Poblet es el municipio de mayor tamaño en el que los socialistas han ganado las generales tras lograr el 28,9% del voto. En la ciudad de Valencia apenas han logrado el 15,5%. En Alicante, los socialistas obtuvieron el 19,1% (Compromís-Podemos, el 22,2%) y en Castelló, el 19,3%, frente al 26,2% de la coalición de izquierdas. Elx fue la gran excepción. Los socialistas superaron el 19,8% de media al lograr el 22,3% de los apoyos.

El retroceso general en las 65 ciudades de más de 20.000 habitantes ha llevado a la dirección a acelerar la puesta en marcha de un plan para intentar revitalizar el partido. Se abordará en la reunión de la ejecutiva prevista para el 29 de diciembre. El PSPV hace tiempo que vive desconectado de las «reivindicaciones sociales y las inquietudes del siglo XXI, estamos anclados en el XX», comentaba ayer un dirigente. El plan para intentar reconquistar las ciudades contempla una campaña para incrementar los afiliados y un «nuevo concepto» de militante. Esta «modernización»de la organización, dicen, se ejecutará tras la una Conferencia Política específica para analizar la desconexión entre el partido y las ciudades y renovar el discurso. En tercer lugar, los socialistas están resueltos a impulsar la comunicación y propaganda a través de las redes sociales, un campo en el que son barridos por la competencia.

El PSPV quiere recuperar sus constantes vitales. Consciente de que la organización está aletargada tras su acceso al Consell, Ximo Puig acometió una remodelación a fondo de su ejecutiva en la que incluyó quince cambios el pasado 15 de octubre. Para suplir a los miembros de la dirección que se habían incorporado al Consell. La experiencia prescribe la recomendación de no descuidar el partido cuando se alcanza el gobierno.