Resulta evidente que extrapolar los resultados de unas elecciones generales a unas autonómicas para establecer el reparto de escaños no pasa de ser un ejercicio de ficción, pero que puede dar una visión diferente de la situación. Trasladar los votos conseguidos por las fuerzas políticas en la Comunitat Valenciana a diputados autonómicos dejaría muy claro el camino a seguir tanto a Compromís como a Podemos, y sobre todo a los miembros del Bloc que se mostraban reacios a un acuerdo.

El nuevo escenario que se abriría, con un PP que asciende hasta los 44 escaños como primera fuerza, Compromís-Podemos en segundo lugar con 26, el PSPV relegado a la tercera posición con 22 y Ciudadanos ascendiendo hasta los 17, dejaría en el mejor de los casos al actual bipartito gobernando en minoría, todo ello si el partido de Rivera se abstuviera en una segunda votación y les permitiera alcanzar el Consell. Si Ciudadanos cambiara su actual posición y diera su apoyo a los populares, la cosa cambiaría, ya que entre ambas formaciones conseguirían el número de diputados suficiente para gobernar.

Analizando el reparto de escaños por fuerzas políticas, siempre teniendo en cuenta que el voto de los ciudadanos difiere según vaya a votar en unas elecciones generales o en unas autonómicas o municipales, Compromís-Podemos serían los grandes perjudicados de esta proyección de votos, ya que perderían seis diputados. De hecho, en las últimas elecciones para formar la cámara valenciana, Compromís, que se presentaba en solitario, se ganó la confianza de más de cuatrocientos cincuenta mil votantes, cuando la opción liderada por Montiel en la Comunitat Valenciana se acercó a los 280.000. Es decir, que acudir conjuntamente a las urnas, siempre hablando de proyecciones, les ha costado más de 60.000 votos. Y lo que es aún peor, seis diputados „dos por Alicante, uno por Castelló y otros tres por Valencia„. Sería, con muchísima diferencia, la fuerza política más perjudicada, a pesar de su rotundo éxito obtenido a nivel nacional. La coalición, además, perdería diputados en las tres provincias: tres en la de Valencia, dos en la de Alicante y uno más en Castelló.

Otro de los partidos que saldrían perjudicados por la pérdida de votos sería el PSPV, al que la pérdida de sus más de 25.000 votos le costaría un diputado por la provincia de Valencia y quedaría relegado a la tercera fuerza de la cámara autonómica, con 22 diputados, cuatro menos que la coalición Compromís-Podemos.

Una de las fuerzas que saldría más reforzada en este caso sería Ciudadanos, que pasaría de los 13 escaños actuales a 17, aumentando su representación en las tres provincias. Algo lógico si se tiene en cuenta que consigue sumar en la Comunitat Valenciana 128.000 sufragios más desde el mes de mayo. Ha sido, por otro lado, la segunda fuerza política con un mayor avance en número de votos, lo que le garantizaría un representante más en la provincia de Alicante, otro en Castelló y dos más en la provincia de Valencia.

Por último, «el nuevo» Partido Popular de Isabel Bonig continuaría siendo la fuerza más votada, ya que el incremento de más de doscientos mil votos desde el pasado mes de mayo le permitiría escalar hasta los 34 diputados, sumando dos escaños más en Alicante y uno en Valencia.