­Valencia como ejemplo a imitar, Valencia como ejemplo a evitar. La excesiva Valencia como medida de todas las cosas. Hubo un tiempo, hacía 2008, cuando el presidente Francisco Camps se autoproclamó líder de la oposición al Gobierno de Zapatero, en que la calle Génova miraba hacia «Levante» y decía: queremos ser como ellos.

Tras el interregno de la corrupción, en que Valencia se convirtió en el modelo a ocultar, la Comunitat vuelve a ocupar un espacio central en la narrativa conservadora. Ahora en sentido inverso. Lo sintetizó Mariano Rajoy en su visita de esta semana, e Isabel Bonig hizo ayer pedagogía para los despistados. El bipartito PSPV-Compromís, el «pacto del Titanic», como anticipo de todos los males pueden llegar si Rajoy no gana.

Génova se volcará en Valencia

En esa clave se moverá uno de los ejes de la campaña de Génova. «Lo tienen claro» y van a explotar esa idea: «están convencidos», explican desde la calle Quart. Valencia estará muy presente en la campaña del PP: porque es decisiva y el 20D perdieron medio millón de votos y como ejemplo para alertar al electorado conservador, a la altura de los gobiernos de Carmena o Colau.

Rajoy volverá; también la estrella emergente Pablo Casado. Y en la regional esperan al ministro de Educación, Méndez de Vigo, para agitar más aún el enfrentamiento del Consell con la escuela concertada. El PP valenciano, con miles de personas manifestándose, no va a soltar ese bocado.

«Nos jugamos mucho y tras un año de ´cambio´ los españoles ya pueden empezar a comprobar lo que suponen esos gobiernos ´a la valenciana´», afirmaba ayer la presidenta del PPCV tras fotografiarse con el líder provincial, Vicente Betoret, y los candidatos al Congreso y el Senado junto a la Marina Real, obra que reivindicó para su partido.

«Aquí manda el radicalismo y el comunismo que es Podemos y Bloc-Compromis», insistió, antes de lanzarse a recitar «los ataques a libertad educativa»; el «enfrentamiento con los bous y las señas»; el tema «lingüístico»; el «cacao monumental con los horarios comerciales»; la fuga de inversiones de Valencia, o el «desastre» de la movilidad en la capital, como decálogo de los ´horrores´ que pueden llegar con un gobierno ´a la valenciana´.

No es de extrañar que este vaya a ser el hilo argumental: polarizar la campaña. El primer puesto está en el aire en la provincia de Valencia, con un tándem Podemos-Compromís que ya le igualó en escaños el pasado 20D y podría superarle en votos con la suma de EU.

Los populares defienden cinco escaños en Valencia. Habrá uno más en juego por el incremento de población. Ser el primero en votos puede ser definitivo para cazar un sexto escaño. Para ello el PP busca también recuperar votos fugados hacia Ciudadanos, que sacó dos diputados el pasado diciembre.

Recuperar voto fugado a C´s

Está por ver si salen a campo abierto para responder al partido naranja o mantienen la distancia con un potencial aliado. Ayer, apenas un pellizco de Bonig: «Espero que Rivera venga a poner paz. Los nuevos están empezando a tener problemas», dijo sobre la visita de hoy del líder de Ciudadanos.

Y para ganar en la provincia, la capital es clave. Lo tendrá que hacer con Barberá asediada por el caso ´Taula´, un grupo municipal imputado y una gestora como referencia orgánica. Para compensarlo, el PP regional, provincial y las comarcas, cargos y militantes, se van a volcar en actos de baja intensidad. Hoy comienzan con sendas carpas en el centro de la ciudad. Será una campaña de perfil bajo. Sin plaza de toros ni grandes actos. Los ciudadanos están hartos, reconocen.