«La verdad, en la ficción como en la vida, brota a veces del sinsentido». La cita es de la última novela de Juan Marsé (Esa puta tan distinguida), pero podría ser de un dirigente socialista valenciano a la vista del trastorno bipolar no diagnosticado con el que la formación encara las nuevas elecciones. Ayer mismo, sin ir más lejos y a veinte días exactos de elecciones, dos cargos del partido defendían estrategias diferentes sobre la campaña.

Primero comparecía el secretario de organización del PSPV, Alfred Boix, junto con los cabezas de lista por las tres circunscripciones y defendía una campaña «en positivo», con Mariano Rajoy como «principal adversario» y con el objetivo de mostrar que «el cambio es posible» y «funciona».

El ejemplo es el gobierno «a la valenciana» que encabeza Ximo Puig con Compromís de socio y el apoyo tácito de Podemos. Un cambio que funciona desde una «lealtad» que no se quiere poner en riesgo en campaña. Fundamentalmente, así lo dijo Boix, porque el día 27, pasadas las elecciones, los actores que estos días se disputan los escaños en Madrid tendrán que continuar tripulando la Generalitat.

El discurso encaja con la línea expresada por Puig „el jefe del Consell pidió a los cargos del PSPV que eviten hacer campaña contra los socios del gobierno„ y se aleja del ejemplo ofrecido por el candidato, Pedro Sánchez, quien en su mitin de precampaña en Burjassot destinó la mayor parte de su munición a Pablo Iglesias, el de Podemos.

Cuatro horas más tarde de la comparecencia de Boix y los candidatos, el secretario general del PSPV de la provincia de Valencia, José Luis Ábalos, rendía cuentas de los cuatro meses de esta corta legislatura como diputado en Madrid y su mensaje apuntaba fundamentalmente a las responsabilidades de Iglesias en el frustrado periodo de sesiones.

El dato que Ábalos ponía sobre la mesa es que PSOE, Podemos y Ciudadanos han coincidido en el 76 % de votaciones en estos cuatro meses, así que está «claro» que ha habido un respaldo mayoritario al cambio y que las divergencias no han estado en las políticas, sino en «cuestiones de poder». Esto es, que el problema ha estado no en el qué, sino en «quién se hacía con el poder». Y ahí emerge la responsabilidad del líder de Podemos.

En definitiva, son dos visiones dentro de una misma federación que tienen que ver con las prioridades de unos y otros. Puig, Boix y la mayor parte de la dirección autonómica ponen en primer lugar la estabilidad del Consell. Llámenlo responsabilidad institucional o precaución para que el ejecutivo no salte por los aires.

Ábalos „hombre de confianza de Sánchez en el Parlamento español„ antepone el corto plazo, los resultados del 26J, y para ello cree fundamental explicar qué ha pasado en estos últimos cuatro meses.

Lo que está en juego son unas elecciones generales, subrayan en su entorno, y la estrategia marcada para toda España se convierte en inviable si se producen variaciones. ¿Solo es un debate de opiniones o hay algo más detrás?