La ponderación con la que el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, se refiere a Podemos, al que suele aludir en público como un socio leal al Acord del Botànic, contrasta con el duro ataque que el candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, dirigió el sábado en Valencia a Pablo Iglesias. Al líder de la formación que amenaza la hegemonía socialista en la izquierda le acusó de querer romper el sistema político actual, de cambiar continuamente de chaqueta y de poner todas las trabas posibles a su frustrada investidura.

A una semana de las elecciones generales del 26 de junio, con el fragor del debate en su punto más álgido y con el PSOE en plena ofensiva contra su gran rival por el liderazgo de la izquierda, el jefe del Consell se ve obligado a realizar equilibrios respecto a Podemos. El sábado, Puig centró todas sus críticas en el PP, pero ni nombró al partido de Iglesias, al contrario que Sánchez, que dedicó más ataques a líder de Podemos que al Partido Popular. Se trata de dos estrategias completamente antagónicas.

Puig ordenó recientemente a sus altos cargos en el Consell y el partido evitar cualquier acometida a Podemos y les instó a preservar la estabilidad del gobierno valenciano antes que cumplir con las pretensiones de Ferraz de dirigir los golpes hacia Podemos.

Puig tendrá que hacer de nuevo hoy malabarismos cuando comparta mitin en Almería con Susana Díaz, la presidenta de la Junta de Andalucía, otra dirigente socialista muy hostil con el candidato de Unidos Podemos, que rechazó apoyarla en la Junta.

Sánchez se juega su supervivencia

Además, el encuentro de hoy entre Puig y Díaz, que se produce dos días después de que Sánchez visitara Valencia, tiene también lectura interna. Oficialmente se trata de un encuentro institucional de ambos gobiernos con empresas que apoyan el corredor Mediterráneo. Pero Puig es un dirigente muy cercano a la lideresa andaluza, con quien comparte una complicidad que no tiene con el candidato a La Moncloa, quien hace menos de un mes tuvo que frenar en seco el intento de los socialistas valencianos de formar una candidatura conjunta al Senado con Podemos y Compromís.

Además, el mismo Podemos que es aliado de los socialistas valencianos se ha convertido en la gran amenaza a la carrera política del propio Pedro Sánchez, que pone en juego el próximo domingo su supervivencia política si el partido de Pablo Iglesias confirma el sorpasso que auguran las encuestas y logra superar en escaños al PSOE. Está por ver entonces el papel que juega la lideresa andaluza, los barones socialistas y el propio Puig, pero la posibilidad de que pidan la cabeza del candidato no está descartada.

Ayer, el presidente fue preguntado directamente sobre si tiene previsto subir el tono de la crítica hacia Podemos como han hecho Sánchez y otros barones del partido socialista. Puig esquivó la cuestión y aseguró que el adversario es el PP, el partido que retrasa la llegada de liquidez a la Comunitat Valenciana con el FLA, dijo.

Además, Puig cierra la jornada de hoy con un mitin en Petrer donde está previsto que coincida con el exsecretario general del PSOE y candidato a la presidencia en 2011, Alfredo Pérez Rubalcaba. Fue precisamente el exministro quien lanzó como candidato a sucederle al frente del partido a Eduardo Madina, a quien los socialistas valencianos también han rescatado en campaña. Rubalcaba lo hizo entonces para frenar a la andaluza Susana Díaz, que acabó apoyando a Pedro Sánchez, por entonces rival de Madina. Con todo, hoy tanto Rubalcaba como Madina están más cerca de Díaz que del candidato a La Moncloa.