La campaña electoral ha entrado ya en su fase final „ faltan tres días para el cierre„ sin que los candidatos y candidatas hayan expuesto sus propuestas en positivo. Los programas electorales han sido los grandes olvidados en esta campaña bis en la que, salvo algunas excepciones, los grandes asuntos de gestión no han formado parte de los mensajes políticos. El empleo, el futuro de las pensiones, la gestión de la sanidad, las infraestructuras, la educación, la violencia de género, el Estado de Bienestar o la economía han sido invitados de piedra en los discursos de unos y otros en la Comunitat Valenciana.

Más allá de los rifirrafes entre el Ejecutivo valenciano y el Gobierno central a cuenta de la reforma de la financiación autonómica, el déficit público y el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), los asuntos valencianos cuya solución dependen de la Administración central han desaparecido del debate.

Cierto es que esta campaña ha sido inusual desde su inicio. El diseño de la misma ha traído de cabeza a los responsables de los partidos, conscientes del hartazgo de la ciudadanía llamadas a las urnas seis meses después del 20D y tras la imposibilidad de los actores políticos para llegar a un acuerdo. Salvo algún cambio puntual, la campaña ha vuelto a la vida diaria de los valencianos con los mismos candidatos y con los mismos programas electorales. Solo A la Valenciana tuvo que presentar una nuevo documento ya que la nueva confluencia con Compromís, Podemos y EU obligaba a añadir nuevas propuestas. De hecho, esta candidatura electoral ha sido la única que hizo un acto específico para presentar sus propuestas programáticas, un documento con 1.000 ideas que puede consultarse en internet, pero que ha dado poco de sí en el debate público. Y es que tanto los partidos de izquierdas como el PP y C's han encontrado más rentable electoralmente centrarse en los mensajes nacionales y hacer seguidismo de la estrategias electorales de Madrid. El rifirrafe entre candidatos ha sido la estrella.

Así las cosas, en la Comunitat Valenciana, el PP valenciano ha echado mano de sus referentes nacionales para incidir en el mensaje del miedo a la «izquierda radical». El fantasma de un gobierno a la valenciana en Madrid ha sido el mensaje más machacado por los populares valencianos que también han tratado de sacar rédito de controversias tales como la política educativa del Consell y la controversia con la escuela concertada. Sin embargo, más allá de compromisos genéricos en torno a la libertad de elección de centro, el PP no ha hablado de sus propuestas educativas.

Cabe predicar lo mismo de A la Valenciana, que ha sacado pecho de su año de gobierno en el Consell, pero ha evitado centrar sus mensajes principales en el programa electoral, de fuerte contenido social. Podemos y, en particular la líder de Compromís, Mónica Oltra, ha capitalizado una campaña que ha buscado el cuerpo a cuerpo con el PP y, principalmente, neutralizar el voto del miedo. La corrupción ha sido otro de los asuntos recurrentes de la confluencia de izquierdas.

Los casos de corrupción protagonizados por el PP también han sido recurrentes para los socialistas, quienes han tratado de que la polarización de la campaña no les arrolle. El presidente Ximo Puig, que ha tenido especial tiento en no polemizar con Compromís, ha incidido en el mensaje del agravio comparativo y ha tratado de poner en la agenda cuestiones tales como la financiación y el corredor.

Ciudadanos, por su parte, ha traído a su líder Albert Rivera en dos ocasiones a la Comunitat Valenciana, pero los compromisos con acento valenciano también han estado ausentes en los mítines.