Maite Ducajú, Valencia

-¿Qué hace un director de instituto valenciano como miembro del Consejo Escolar del Estado?

-El nombramiento es dentro de personalidades de reconocido prestigio. Me imagino que por la labor durante muchos años, desde que tenía 22 años estoy en la educación, intentando hacer todo lo que puedo, metiéndome en todos los sitios en donde puedo, de alguna manera, influir. Una cosa lleva a la otra. Se hace la propuesta y es importante que la asociación de directores a la que pertenezco y la federación apoyen ese nombramiento.

-Los directores, en cambio, no están representados en el Consejo Escolar Valenciano (CEV).

-Eso mismo decimos los directores. De momento, no hemos tenido oportunidad aunque lo hemos pedido varias veces.

-¿Cómo se sienten los directores desde que se les reconoce como autoridad pública?

-La figura está en el decreto de convivencia, pero es un borrador y está paralizado por el CEV. Ahí se reconocía al profesorado como autoridad pública. Se hizo un dictamen por unanimidad y se pidió que se retirara el documento para que se consensuara y se volviera a pensar desde cero. Nosotros, como asociación de directores, presentamos a la conselleria nuestras enmiendas. Algunas cosas nos parecían bien como el reconocimiento de autoridad pública y, otras, como el del derecho de huelga de los alumnos que permite faltar a los alumnos en caso de huelga sin ser sancionados, pero cuando son menores de edad necesitan autorización de los padres. Todo eso está en el aire. Pero, profesores y directores tenemos la responsabilidad y tiene que reconocerse ese respeto y esa autoridad.

-¿El gran problema es el alumno que no quiere estudiar?

-No es que sea el único problema; un gran problema son aquellos alumnos que están en el centro y que no quieren estudiar tal y como están estudiando el cien por ciento. Pero lo más importante es que la enseñanza se estabilice. Desde que estoy en el Juan de Garay, en esta etapa siete años, no han habido dos años iguales: cambian planes, leyes. Se necesita una base legislativa que se estabilice. Hemos tenido en vigor tres leyes y de órdenes de evaluación vamos por la tercera. Siempre hemos pedido un pacto por la enseñanza, que no ha sido posible, y una estabilidad en el sistema educativo. Que nos dé tiempo de aplicar la normativa. Y, a partir de ahí, que podamos trabajar. Las necesidades van aumentando y siempre nos pillan a contrapie. Hay que apostar por la educación y eso quiere decir invertir en educación.

-Las clases de julio que ha anunciado la Conselleria de Educación ¿resolverán el fracaso escolar?

-Desde mi punto de vista y particular, no resuelve el fracaso escolar. Es un tema, de entrada, sindical porque afecta a las condiciones laborales de los profesores. Tengo muchas dudas aunque se lo que ha salido en prensa. 20 clases más en julio, de entrada no resuelve el fracaso escolar porque algunos alumnos necesitan bastante más. Atajar el fracaso escolar hay que hacerlo antes, no en tercero o cuarto de ESO. Malo no es, pero 20 clases no son el problema. El fallo, de entrada, está más abajo, debe haber una detección temprana en Primaria y ellos tienen menos medios en compensatoria que nosotros, con programas de apoyo, de refuerzo para repetidores, con medios. Todo eso es más importante que unas clases en el mes de julio, con el calor que hace. El trabajo a lo largo del curso es fundamental. Con la nueva ley lo que se valora son competencias básicas, por eso es importante lo que ha trabajado el alumno a lo largo del curso. No solo un examen. Y, además, los finales de curso son convulsos: pruebas de acceso, oposiciones ...