Al Gobierno español le ha estallado el conflicto saharaui en el rostro. La carga explosiva la han colocado Marruecos y España. Pero la detonación la ha magnificado una mujer de 42 años, Aminatu Haidar, una saharaui que permanece recluida, en contra de su voluntad, en territorio español desde hace dos semanas y que ha iniciado como protesta una huelga de hambre.

Quizá sea el único caso en la historia de la inmigración que a una persona se la obliga a entrar en un país sin pasaporte y que esa misma persona pida que la expulsen del país y no le permitan la salida. Su caso tal vez sería "uno más" de los lamentables atropellos que sufren los saharauis, si no fuera por la personalidad de esta mujer.

Su determinación y serenidad sobrecoge. Está dispuesta a morir de inanición para defender su dignidad. Aunque nunca más vuelva a ver a sus hijos ni a su tierra. "Mis hijos no tendrán madre, pero tendrán dignidad", asegura recostada en una silla de ruedas, disfrutando de unos escasos minutos de sol antes de dirigirse al vestíbulo de entrada del aeropuerto de Lanzarote donde vive desde hace quince días.

¿Cómo ha llegado esta activista saharaui de los derechos humanos a este embrollo? Explicado de manera sencilla, a pesar de la complejidad de un asunto con tantas aristas, Marruecos quiso deshacerse de ella. España aceptó "acogerla". No debían contar con la férrea voluntad y las convicciones de esta mujer a la que sus compatriotas llaman la Gandhi saharaui por su lucha a favor de los derechos humanos de este pueblo maltratado. Marruecos la expulsó el 15 de noviembre de El Aaiún y le retiró el pasaporte sin causa justificada. Y España ha "aceptado" acoger a la víctima de un secuestro a la que pide que "ceda" en sus convicciones y acepte la condición de refugiada o vuelva a pedir el pasaporte a sus secuestradores. Aminetu ha dicho que no. ¿Por qué? La condición de refugiada es un privilegio envenado. "Aminatu podría viajar a cualquier país del mundo menos al suyo", explica su abogada, Inés Miranda Navarro, que también es directora del Observatorio Jurídico Internacional en el Sáhara Occidental del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE).

El Gobierno español también le ha ofrecido la posibilidad de pedir otro pasaporte en la embajada marroquí. Otra propuesta trampa. En Marruecos está perseguido por ley tener dos pasaportes. "Y yo ya tengo uno, pero está en poder de la policía marroquí", asegura. Sería la excusa perfecta para detenerla por intentar volver a su país. Por eso Aminatu no acepta estas dos opciones que le han ofrecido desde el Ministerio de Asuntos Exteriores. Ella quiere volver a El Aaiún y allí hará frente a lo que tenga que afrontar. No le da miedo. "Estoy dispuesta a afrontar a la cárcel o cualquier cosa que pase en Marruecos, pero mi sitio está en el Sáhara", aseguraba ayer a Levante-EMV Aminetu, con un hilo de voz y muy debilitada tras trece días sin comer.

Desde que Aminatu llegó a España no está sola. Una improvisada pero efectiva red de solidaridad se ha extendido alrededor de ella. Vive el aeropuerto de Lanzarote día y noche. Arropada por la comunidad marroquí de la isla. Como Hamudi que no la abandona ni por un momento. Hasta montan guardia por la noche en los dos habitáculos que les ha cedido el aeropuerto para pernoctar en colchones y mantas en el suelo. Han detectado a agentes secretos de la policía marroquí en la terminal y no se fían. También acompañan a Aminatu un nutrido grupo de hombres y mujeres, voluntarios y simpatizantes de la causa del Sáhara, venidos de Sevilla, Lanzarote o Madrid. Cuidan de ella, la acompañan, la animan y, sobre todo, intentan divulgar su historia para que no caiga sobre ella una losa de silencio. Como Gloria que coincidió con Aminatu en el aeropuerto y la ayuda desde el primer día en sus necesidades más personales diarias. O Edi, una sevillana espigada que hace de enlace entre Aminatu y los medios de comunicación. Igual que el actor Guillermo Toledo, que vino "para apoyar a Aminatu un día" pero se quedará "hasta el final". "Siento indignación y vergüenza ante la actitud de un estado como el nuestro que desprecia los derechos humanos". Hasta los pequeños saharauis que corretean por la terminal tienen claro por qué están allí: "Aminatu nos defiende y nosotros la ayudamos", cuenta muy serio Alí, de 10 años.

La oferta fantasma

de Moratinos

El viernes fue un día importante para Aminatu. Acuden a la terminal las representantes del Centro de Justicia y Derechos Humanos Robert Kennedy, Marselha Gonsalves Margerin y Boi-Tia Stevens, que son recibidas con aplausos y el característico grito saharaui. "Me he sentido como una estrella de cine", confesará después Marselha, quien habla muy claro a los medios. "Los gobiernos marroquí y español deben asegurar el retorno de Aminatu de manera segura a El Aaiún porque estos dos países han violado el derecho universal al libre tránsito de las personas". Las dos representantes, que confirman que han comunicado a Obama, la ONU y Acnur la situación de Aminatu, no tienen empacho en dormir en el suelo junto a Aminatu, con mantas y un colchón, para acompañar a la activista en una nueva jornada de su batalla por sus derechos como persona. Por algo Haidar ha sido galardonada con el premio Robert F. Kennedy por su defensa de los derechos humanos. Ayer sábado llegó la cantante Cristina del Valle, con el encargo de facilitar una conversación telefónica entre el ministro Moratinos y Aminatu. Fue despedida con pitos. Posteriormente, el ministerio lanzó la noticia de que ha ofrecido la nacionalidad española a Aminatu. Su abogada lo niega tajantemente. "No hemos recibido ninguna propuesta". l. b. lanzarote