Varios países europeos y municipios españoles han aprobado o plantean estudiar normas que prohíben el uso de los velos integrales islámicos -burka y niqab- en la calle y en los espacios públicos, aludiendo, entre otras razones a la seguridad, las mismas que llevaron en 1766 al ministro de Carlos III, Leopoldo de Gregorio, Esquilache, a sustituir las capas largas y los chambergos -enormes sombreros de capa ancha- por capas cortas y el sombrero de tres picos o tricornio, y que dio lugar al conocido como motín de Esquilache.

Francia acaba de aprobar la prohibición de los velos integrales en los espacios públicos. La Asamblea Nacional primero y el Senado ahora han sacado adelante con un amplio respaldo la propuesta legislativa presentada por el partido del presidente Nicolas Sarkozy, Unión por un Movimiento Nacional, que prevé multas de 150 euros a las mujeres que vistan estas prendas en los espacios públicos y hasta un año de cárcel y 30.000 euros de multa para quien obligue a llevar estas prendas.

El debate sobre la prohibición de llevar velos integrales que tapan la cara a las mujeres que los visten se está extendiendo como balsa de aceite por numerosos países europeos. En Bélgica, la norma está aprobada por la Cámara baja y pendiente de su entrada en vigor una vez que pase por el Senado. En Holanda, el Parlamento tiene pendiente el debate desde 2006 y en Italia podría seguirse el camino de Francia y plantear la prohibición. La ministra italiana para la Igualdad de Oportunidades, Mara Carfagna, ha aplaudido la decisión francesa y se muestra a favor de adoptar medidas similares. Esto a pesar de que en los países o municipios donde se plantea a penas haya mujeres que vistan esas prendas. En Francia, los estudios más optimistas señalan la cifra de 2.000 mujeres y en España varias decenas que llevan el niqab y ninguna el burka.

Debate en los ayuntamientos

En España las prohibiciones al uso del burka -la túnica que cubre totalmente a la mujer, dejando una rejilla a la altura de los ojos- y el "niqab" -prenda que cubre hasta la rodilla y solo deja libres los ojos- ha llegado de la mano de los ayuntamientos, principalmente catalanes, que han aprobado mociones para impedir el uso de estos velos integrales tanto en edificios públicos como en la vía pública. Tarragona, Lleida, El Vendrell y Barcelona -en este caso por decreto de la Alcaldía- son algunas de las ciudades catalanas que han aprobado restricciones al uso de estas prendas. Otros municipios, como el malagueño Coín también ha acordado normas similares. El PP incluso intentó llevar el debate al Senado y el propio ministro de Justicia, Francisco Caamaño, ha anunciado que la futura ley de libertad religiosa que proyecta sacar adelante el Gobierno en esta legislatura limitará el uso del velo integral islámico porque la prenda "no respeta la dignidad y pueden considerarse vejatorios para el ser humano".

La prohibición de las vestimentas que cubren el rostro la justifican en que representan la negación de los derechos de la mujer y su sumisión. Obliga a quién lo lleva a la marginación y obstaculiza la integración. Es una cuestión de dignidad e igualdad. Es un signo externo de pertenencia a una religión, alegan en otros casos. La semana pasada, la ministra de Asuntos Sociales de Marruecos, Nouka Skalli, visitaba España y afirmaba con rotundidad que "el "burka" oprime a la mujer y no tiene nada que ver con el Islam".

Pero la prohibición también es una cuestión de seguridad. La ministra de Justicia francesa, Michèle Alliot-Marie, afirmaba que la medida de prohibir las vestimentas que cubran el rostro en todos los espacios públicos -con excepciones como el casco del motorista, enfermos con mascarilla o penitentes en una procesión- se justifica por razones de seguridad y de respeto del orden público. Asimismo, el ministro español, Francisco Caamaño, señalaba que son prendas "difícilmente compatibles con la dignidad del ser humano y, sobre todo, con elementos fundamentales en los espacios públicos como es la identificación". Añadió que el Gobierno habrá de adoptar medidas sobre los símbolos que impiden la identificación de personas en lugares públicos, puesto que hay razones de seguridad.

Y seguridad es la razón que el ministro italiano de Carlos III, Esquilache, esgrimió para acabar con las capas largas y los chambergos, prendas arraigadas en la España del siglo XVIII, de tal forma que se le consideraba el "traje español". El atuendo con larguísimas capas permitían un embozo perfecto bajo el cual podía ocultarse cualquier arma y el sombrero de ala ancha vertía una sombra impenetrable sobre el rostro, por lo que bajo el amparo de ambas prendas se cometían toda clase de fechorías.

Motín contra la prohibición

En una situación de hambre por las malas cosechas de cereales y de xenofobia hacia los ministros extranjeros del Rey Carlos III y hacia las tropas valonas, muy odiadas por la población española, Esquilache, hombre impetuoso y partidario de arreglarlo todo por la vía rápida, publicó el 21 de enero de 1766 un bando para prohibir las capas largas y los chambergos a los funcionarios. El 11 de marzo del mismo año quiso aplicar la prohibición a toda la población y repartió un bando para que todos los madrileños tuvieran conocimiento del mismo y la reacción popular fue inmediata. Los ciudadanos se levantaron contra la medida y estalló el motín. Los amotinados obligaron al Rey a aceptar sus exigencias, entre ellas que se conservase el uso de la capa larga y el sombrero redondo.

La medida y la falta de tacto de Esquilache obligaron al Rey a desprenderse de su ministro preferido. El conde de Aranda, capitán general de Valencia, acudió con todas sus tropas en ayuda de Carlos III y se convirtió en el hombre fuerte de la situación y, después del motín y con un nuevo equipo gobernante supo poner orden y logró imponer el uso de la capa corta y suprimir el sombrero de ala ancha. Aranda convenció a los estratos sociales más elevados para que se cortaran las capas y cambiaran de sombreros. Después convenció a los gremios de las bondades del nuevo atuendo y, finalmente, dispuso que el "uniforme" del odiado verdugo de todos los pueblos usase la capa larga y el chambergo, con la cual ya nadie más lo usaría en adelante.