El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan Antonio Martínez Camino, aseguró ayer que la próxima visita del Papa a España es "un negocio espiritual y económico" en rueda de prensa para dar cuenta de los acuerdos adoptados por la Comisión Permanente de la CEE, celebrada los días 28 y 29 de septiembre.

Martínez Camino se dirigió a quienes critican el coste de la visita del Pontífice y les ha dicho que "no tengan una gran preocupación de que el viaje vaya a ser un despilfarro". "Lo que se gasta es el chocolate del loro", subrayó el secretario general de la CEE, quien recalcó que "nadie va a perder dinero" con el viaje de Benedicto XVI, que visitará Santiago de Compostela y Barcelona los próximos 6 y 7 de noviembre.

Martínez Camino aseguró que la Iglesia siempre "mira hasta el último euro" en los actos que organiza y explicó que los costes de esos eventos son muy bajos porque "el inmenso despliegue se apoya, sobre todo, en el trabajo voluntario".

En las últimas semanas se ha avivado la polémica sobre el coste de la visita de Benedicto XVI y sobre la cantidad que tendrán que aportar las administraciones públicas. Hasta el momento, solamente la Xunta de Galicia ha realizado una estimación, en torno a los 3 millones de euros.

A pesar de la insistencia de los periodistas para que se pronunciase sobre la reforma laboral y la huelga, Martínez Camino señaló que ninguno de los dos temas se habían tratado en la Comisión Permanente.

Explicó que la CEE está trabajando en la elaboración de un documento preciso sobre la crisis, pero consideró que "en este momento no parece oportuno emitir un comunicado".

Preguntado sobre el sacerdote detenido la semana pasada en Valencia por haber abusado supuestamente de dos menores de edad, señaló que es intolerable este tipo de delitos, aunque "es comprensible que sucedan alguna vez" porque "todos somos pecadores". Finalmente, ha afirmado la necesidad de actuar ante los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y, tras lamentar que se produzcan estos hechos, añadió que "uno solo ya es mucho". En cualquier caso, dijo que los casos en España "se pueden contar con los dedos de las manos".