El número de etarras que actualmente integran todas las estructuras de la banda terrorista ETA no supera, según cálculos policiales, los 70 efectivos, la cifra más baja de la historia reciente, según han informado a Europa Press fuentes de la lucha antiterrorista. Señalan como causa principal el elevado número de detenciones y la dificultad de la banda de acoger a nuevos aspirantes. Pero a ello se une ahora un paulatino incremento de las deserciones dentro de la organización terrorista.

Fuentes policiales destacan que el último ejemplo del estado de degradación en el que se encuentra la banda ha sido la reciente muerte el pasado día 25 del etarra José María Zaldúa Korta. Falleció a causa de un infarto de miocardio a los 61 años en una localidad próxima a Marsella, donde desde hacía años permanecía en la clandestinidad y, según informaron las fuentes consultadas, vivía solo en una habitación alquilada gracias al dinero que recibía de su familia, quien tuvo conocimiento de su muerte gracias a que el etarra había facilitado a sus caseros un número de teléfono al que avisar en caso de que le pasase algo.

Así, ante las pocas perspectivas de futuro que se les presentan a los militantes de ETA, el abandono voluntario de la actividad armada es ya una realidad y uno de los fenómenos que están contribuyendo a mermar sus ya de por sí débiles estructuras. Entre las razones principales de estas deserciones prima las penurias económicas y de infraestructura que vive la banda y que obliga a sus militantes a sobrevivir en la clandestinidad en condiciones precarias, precisan las mismas fuentes.

El destino para quienes consiguen dejarlo sin ser descubiertos por las Fuerzas de Seguridad es mantenerse en la clandestinidad, generalmente en Francia con el dinero que le remiten sus familias a la espera de volver. Pero algo parecido les sucede a quienes cruzan la frontera tras años en la 'kale borroka' con la intención de dar el salto e integrarse en algún 'comando' de la banda.

Las fuentes consultadas indican que en muchos casos no son acogidos por la dirección de la banda en Francia, bien por falta de infraestructura o sencillamente porque son rechazados por sus características. Actualmente, cruzar los Pirineos ya no es garantía de integrar algún 'comando'. En estos casos, los huidos pueden permanecer en la clandestinidad en el sur de Francia a la espera de una llamada que puede tardar semanas o meses en producirse.

El descenso de nuevas incorporaciones no escapa a la situación actual por la que atraviesa ETA. Según las fuentes consultadas, las juventudes etarras viven uno de los momentos de mayor desmovilización y una de las principales razones es la ausencia de referentes en la banda. El elevado número de detenciones tampoco anima a la esperanza.